martes, noviembre 27, 2007
La recorrida, Integrante: Norma Laniecki, Curso: Martes de 14.30 a 18.30
Una ventana abierta me invita a mirar. Es baja. Pequeña. Pero ventana al fin, permite ver algo de afuera hacia adentro y mucho,seguramente, de adentro hacia afuera.Siendo un intruso que encuentra misterio y belleza por donde pasa y pone en palabras todo lo que entra por sus ojos y llega a su alma , busco, veo y Escribo, aunque sea soldado de uniforme y armas.
Ningún ruido. Silencio. Apenas un plato vacio sobre la mesa rústica. Me recuerda las mesas listas y ordenadas de los restaurantes cuando aún no llegaron comensales. Pero es una asociación de un hueco habitante de ciudad ,devenido en militar sin quererlo.¿Sin quererlo? Aquí debería haber una historia única. Ese plato espera a alguién que ya conoce. Sino no estaría en ese lugar. Pienso que cuando ese alguién llegue lo llenará de algo caliente y reconfortante. Lo comerá despacio, mientras piense, tal vez, en su gran cansancio, en su ayer feliz, en su próximo amanecer. ¿Me atreveré a hablarle? ¿Me invitará a pasar? ¿Compartirá su comida
conmigo? De pronto unos miaus me dicen que en esa habitación hay un gato. Pasa lentamente delante de la mesa. Me descubre. Me mira. Sigue maullando. De golpe hace como que va a saltar hacia mí pero se sube a la mesay¡zas! El plato ya no está. Unos cuantos pedazos en el suelo y mi paisaje ha cambiado. Noto más la soledad del lugar. El único ser viviente no me ha recibido. No me ha aceptado. Vuelvo a mirar al gato que ahora se arrima a un almohadón con un corazón bordado en él. Evidencia de una mano femenina. Como la muñeca que acabo de descubrir sentada en la silla expectante, frente al lugar en que hace un rato estaba el plato entero.
Todo lo que puedo decir,hasta aquí, es que alguién va a retar al gato.¿Lo castigará? ¿Hará como yo, soldado de uniforme y armas, que suelo castigar y hasta matar al que no me obedece?
Carta nueva a mi hoja en blanco, Integrante: Norma Laniecki, curso: martes de 14.30 a 16.30
Sos un pedacito de futuro. Estás naciendo. Me siento tu madre. No me duele este parto. Me liberta. Me hace felíz. Nos damos vida mutuamente. Por supuesto fuiste engendrada por un padre genail, complejo, no siempre comprensible, a veces indomable, otras dócil, amante. Sujetos de la vida que nos toca vivir, nos mueven la inspiración y el azar. Las palabras bendicen mis ideas y en una simbiosis total, intento mostrar otros mundos, destinos distintos, sentimientos, la ausencia de ellos, lealtades, traiciones, caminos.
La maravilla de escribir (bien o mal) me deslumbra. Siempre. Cuando escribo yo o leo lo de otros. Todo. Ya sea el diario, Proust, Abelardo Castillo, Peicovich, o alguno de mis compañeros de taller.(...) El leer y escribir, escribir y leer, mezclados ambos en mi caso, me deja esa sensación de unión con lo que amo, con lo desconocido (el lector), con lo lejano y que tal vez nunca vea, con mis dudas y la posibilidad de encontrar respuestas. Aunque más no sea haciendo muchas preguntas. Es poder aprender y aprehender. Comprender y recordar. Olvidar, no siempre. Crear. Compartir. Sí, compartir mis hojas escritas, llevadas por el viento de la vida, emulando un otoño fecundo. Y despertar inquietudes y sueños en quien detenga su mirada en ellas y recorra conmigo parte del camino. Tal vez al cambiar el viento su dirección, alguien amplíe este loco y divino círculo de escribir, leer, escribir, y yo pueda seguir disfrutándolo. Con Ustedes.
jueves, noviembre 08, 2007
Apolonio y la Luz, Miguel Angel Grau, Curso: Miércoles de 17.30 a 19.30 hs
Leer de noche, Adriana Páez Montero, Curso: Martes 14.30 a 16.30 hs-
El Desafío, Integrante: Fany Karpp, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs.
Déjala, recuerda a su madre que bien nos trató, cuando tenía esa enorme cantidad de ovillos de hilo blanco, que colocados en un delantal, con un ganchillo que parecía una horquilla, nos daba vuelta, hasta marearnos y luego nos sujetaba con otra aguja. A ella nunca le hicimos una trastada, porque nos trataba con delicadeza, y la dejamos que terminara el vestido para el bebé, sin dificultad.
Ya que te sientes ofendido, hagámosle un desafío, hagamos un paro; cuando la niña se siente a bordar su mantel, yo me caigo de sus manos; y tu aprovecha esa oportunidad para enredarte lo más que puedas y cuántas veces puedas, en tanto yo me clavo en la tela que está en el costurero y tiro el mismo al suelo desparramando a nuestros amigos los botones.
Viendo ella que le es imposible continuar, me clavará sobre tu lomo con mucha rabia, y entonces nosotros habremos realizado nuestro paro, que habrá sido todo un desafío.
La mujer caminaba a lo largo del camino, integrante: Lydia Di Luciano, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs.

lunes, octubre 29, 2007
Oda a tu fantasma - Integrante: Alejandro Crimi . Miércoles 17.30 a 19.30 hs.
Se ha ido la vieja alondra de mi sueño
imagino que se ha extinguido sin violencia
en el verano de tu cuerpo.
He soñado contigo
Hoy es dia para extrañarte
Un leve murmullo se hace grito
revienta tu boca de arcilla
en el barro de mi nombre
Una luz sin sombra quiebra
en lágrima seca
sin llanto
Tu débil recuerdo ya se consume
es ceniza de nostalgia
Bruma - Integrante: Flora Levi - Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs.
Luz sensible - Integrante. Maria del Carmen Cerezal - Curso, Miércoles de 17.30 a 19.30 hs.

Buenas tardes, Ud. es el farolero?
A los pies de Ud..
Y trompezò alguna vez?
No, esa fue mi señora. Trompezò conmigo. La puedo ayudar en algo?
Siempre me dijeron que tengo los ojos como faroles, pero no he visto ninguno especial. Y ya que Ud. fabrica faroles sensibles ¿Còmo son?
¿Sus ojos, o los faroles?
Los faroles. Mis ojos son dos y los tengo vistos.
Bueno, los hay a gusto del cliente. Por ej. Est que ve allì, el plateado, es para mpedir que las noches de los poetas sean monòtonas, sin inspiraciòn
¿Còmo asì?
Cuando se adormecen sobre sus cuartillas, hartos de escribir banalidades, suena la canciòn de una sirena de mar lejano, los vuelve ala vida y recomienzan su bùsqueda.
Ah, y esos otros verdosos?
Dan luz de ese color para que las ranas puedan esconderse y croar en la total impunidad, sin riesgo de una pedrada y de que las pisen. No debe de existir canto màs bello en la naturaleza ni criatura màs necesitada de mùsica que la luna.
¿Y ese que parece una jaulita?
Es una jaulita. Allì se refugia noche a noche el amor doliente.
¿Porquè doliente? ¿Y porquè se refugia?
Doliente porque sòlo los corazones que sufren salen a pasear su pena buscando luz las noches cerradas. Y se refugia porque todo amor necesita de un reparo para evitar que lo hieran. Sepa que en su desnudez està su indefenciòn. Y que, señorita, el amor es la criatura màs fràgil y ùnica de la creaciòn. Rara avis,. ciertamente.
¿Y esos pequeñitos?
Esos alumbran solamente esperanzas perdidas
¿Por eso son pequeñitos?
Claron, si tuvieran una luz fuerte, la esperanza, que es siempre tìmida, que tratara de encontrar el camino de vuelta podrìa cegarse y perderse del todo.
¿Y esos con crespones? De algùn entierro quizàs?
Casi, esos alumbran los dìas en que nadie rìe : la luz es tristìsima.
¿Y para alumbrar alegrìas, que tiene?
Nada, la alegrìa tiene luz propia.
¿Y esos bajitos, nacarados?
Para cobiljar almas tìmidas. Es una luz muy tenue para que puedan deslizarse sin estridencias, hasta encontrar su camino.
¿Y esos minùsculos?
Allì cargan sus pilas las lucièrnagas agotadas.
Dìgame, estos no se parecen a los falores de las calles o de las plazas, porquè?
Porque los de la vìa publica son despersonalizados, pertenecen a la masa. ¿Quién yendo a tomar el subte, se detiene a ver los faroles de la entrada? Nadie.
Es verdad.
Cada farol tiene y debe de tener un propòsito alumbratorio. No es igual el que sirve para que un ave se pose a cantar que aquel que debe de alumbrar los ùltimos dìas de un viejito.
Los viejitos necesitan faroles especiales?
¡Por supuesto!¿o no cree que deben de querer tener la màs bella de las imàgenes, plena de mil y un detalles y colores en su retina, antes de partir?
Las ùltimas deben de ser las màs perfectas. Para ello es indispensable luz dulce y nostàlgica, acaso no añorn siempre un recuerdo, un instante màgico?
Veo que su oficio es mucho màs importante de lo que suponìa....
Me ha sido dado el don de acercar la luz a quien la necesite. Soy un especie de luciernaga...
Poeta.
Si, buenos, luciernaga poeta, si gusta. ¿O no cree que es indispensable tratar de iluminarlo todo y a todos?
Lo que pasa es que lo encuentro harto difìcil.
Sin embargo, para cada mirada hay un farol. Allì donde dirigimos nuestra vista hay necesidad de luz, no le parece? Sea un alma tìmida, un dìa triste o un viejito. Sòlo hay que descubrirla.
Y que farol me aconseja para mi?
Yo no, es ud. quien debe elgirlo.
¿Cómo?
Cierre sus ojos, en una noche sin luna, al amparo de un àrbol añoso, y si hay un lago, mejor, y un olor a hierba fresca o a madreselvas, si, mejor a madreselvas, entonces, respire profundo y luego de unos instantes, lo va a ver encenderse dentro de Ud.
¿Lo cree realmente?
Sòlo debe de ser sincera consigo.
Le prometo hacerlo.
Que se le haga la luz.
Adiòs señor farolero de faroles sensibles
Adiòs señorita de los faroles.
Vox Populi, Integrante: Magdalena Bosch, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs

Se llamaba Jejo. Le decían Jejo. Le gritábamos Jeeejooo y nos escondíamos cuando como respuesta un cascotazo amenazaba con partirnos la cabeza. En cuclillas espiábamos tras los cercos. Cuando el hombre pasaba bamboleante comenzábamos un Jeejoo escalonado. Entonces de a uno huíamos del palo que hurgaba certero entre las matas o cruzaba el aire de la tarde.
Jejo era el loco del pueblo. Había nacido no sabíamos dónde. Estaba ahí. Desde siempre. Tenía un rancho en la loma, cerca de la laguna. Era terreno prohibido. Ninguno de nosotros se había podido acercar al lugar, sólo lo mirábamos de lejos, con curiosidad y miedo.
Dicen que cría ranas con vino.
No. Son anguilas.
Mi abuela dice que lleva las ranas en la gorra para que le enfríen los sesos.
¡Qué asqueroso!
Competíamos en gestos de vómitos, de estómago revuelto, de arcadas interminables. Todo esto lo comentábamos, como intentando despertar la curiosidad de los más chicos , pero ni un paso más para acercarnos al rancho.
Algunas madres nos repetían una y otra vez
Si Jejo les pega, ustedes tendrán la culpa.
Si lo buscan, lo van a encontrar, después no vengan llorando.
Me he burlado de mi prójimo - era uno de los pecados que semanalmente confesábamos - el cura no necesitaba más explicación. Seguramente sonreía tras la rejilla del confesonario.
Rezá dos padrenuestros y no lo hagás más – repetía - trazando una desganada cruz sobre nuestras cabezas.
El y nosotros sabíamos que el juego era atractivo por el escalofrío que nos producía.
Jejo recorría el pueblo. Todas las mañanas . Todas las calles. En algunas casas le daban comida o jabón.
A ver Jejo si algún día te lavás un poco. Él sonreía apenas y daba tímidamente las gracias.
A veces lo invitaban a entrar y le ofrecían un poco de agua y empezaban los pedidos más insólitos.
Jejo, ¿me podría amontonar estos ladrillos?
Jejo, ¿podría arreglarme los palos del gallinero? ¡mi marido está tan ocupado!...
Jejo ¿sabe si lloverá? – él miraba a lo lejos y respondía
Y sí, un día de éstos. La laguna está casi seca.
Jejo aceptaba lo que le daban. A veces, muy pocas, algo de plata.
Tome, Jejo, cómprese yerba. Ni se le ocurra comprarse vino.¿entendió?
Jejo iba y volvía. Conocía a todos en el pueblo. Hasta era educado.
Deja a las mujeres el lado de la pared - recalcaba mi abuela cuando nos oía gritarle.- pero ustedes son cada vez más maleducados y eso que uno les enseña.
Seguía haciendo calor. La sequía se devoraba el verde. Los grandes discutían cada vez más. Los chicos mirábamos. Mirábamos y escuchábamos. Mirábamos y aprendíamos. Las discusiones eran todas por política, comentábamos entre nosotros.
Fijáte vos, estos liguistas quieren seguir otros seis años, decía alguno de los enconados vecinos.
¡Ah, no! Acá en este pueblo, no.- le respondía otro indignado.
Se acabó, ya robaron bastante. Encima, con esta sequía, ¿otro impuesto? No, ni pienso pagar, le replicaba con aire de ofendido
Te parece que los unionistas son mejores? ¡Por favor! Acordáte la que nos hizo pasar el Turco. Sí, haré asfalta. ¿Vieron alguna vez el asfalta? –
Todos reían juntos, acordándose de las promesas desopilantes del Turco. Cada uno trataba de gritar más que el otro.
Y vos que defendés al Gallego, decime ¿dónde quedaba Jobson cuando él era intendente? Detrás de la casa del Gallego. Risa general. Risa repetida.
Sí , pero si venías desde el norte, detrás de la casa del Turco. Era la réplica conocida y esperada. Así en cada reunión, en cada esquina.
Ya estoy harto. En cada elección lo mismo. Escuchas todo el día: asfalto, agua, perforaciones, caminos, luz más barata. Y hasta aire puro, comentaba mi padre.
Los amigos se alejaban cada vez más enojados. Entre nosotros empezaban a deteriorarse las relaciones por las discusiones de los grandes. Un día el Tano se rió. Su gran panza se sacudía al compás de las carcajadas. En los ojos azules danzaba una pizca de picardía y maldad.
Miren yo voy a votarlo a Jejo. Por lo menos no va a robar y como no habla no prometerá nada.
Pocos días después, en una esquina apareció tímido un cartel:
JEJO NO ROBA. JEJO NO HABLA. JEJO NO PROMETE. JEJO, INTENDENTE.
Nos reímos mucho. Nos pareció una nueva forma de diversión.
Jejo ¿cuándo te bañás? Y el cascotazo zumbaba muy cerca.
Jejo, si sos intendente, no podrás tapar ranas con la gorra. Entonces ¿Cómo
te enfriarás los sesos?
Ese domingo, Jejo hizo, como siempre, su recorrido por el pueblo. No le gritamos. Sólo lo miramos boquiabiertos. Alguien le había cortado el pelo. Tenía un pantalón nuevo y una camisa extrañamente blanca.
La gente iba y venía en silencio. Algunos pudimos acompañar a nuestros padres a votar. La escuela parecía distinta. Había allí algo solemne y misterioso.
Todos se saludaban con cordialidad. Cuando apareció el Turco con su gran panza cruzada por una cadena, pude ver un codazo entre algunos que esperaban su turno.
Hasta luego. No se olvide Nos encontramos acá todos a las seis.
Era apenas un susurro repetido una y otra vez entre los votantes
Fuimos por encargo de nuestros padres de una casa otra.
Dice papá que a las seis en la plaza. del lado de la escuela.
La respuesta era la misma : Sí, por supuesto, gracias.
Y ahí estábamos todos.
Menos mal que está nublado, parece que por fin va a llover.
¡Cuánto tarda el escrutinio! Suspiraba una vieja medio aburrida
¿Qué es el escrutinio? Como respuesta recibíamos clases prácticas de civismo.
No pueden sumar mal, razonaba alguno con impaciencia .
No creo. Risitas. Codazos. Gestos con la cabeza. Miradas furtivas al reloj.
Hay poco que sumar.
Alguien se asomó a una ventana. Miró la plaza e hizo una seña. Todos miraron para atrás como buscando a alguien. Pero estábamos los mismos, sin embargo tuvimos la sensación de que algo distinto rompía el ritmo de lo previsible.
Negro, ¿quién ganó?, gritó alguien desde un costado.
Y, no sé. No puedo dar información, contestó el soldado que hacía guardia en la puerta.
Parece que pasa algo raro, dijo el gallego sofocado.
Una carcajada recorrió las hileras. La risa se encendía en cada mirada. Nosotros preguntábamos una y otra vez.
Calláte y esperá. Si estás aburrido volvéte a casa.
De pronto el silencio se apoderó de la plaza.
Fernández era el juez de Paz. Todos lo respetábamos. Con voz fuerte e irreconocible anunció:
Votación por unanimidad. O casi, respiró hondo, un voto para los unionistas. Otra respiración profunda. Un voto para los liguistas y todos los demás... el silencio se convirtió en interminable, …todos los demás dicen , dicen, ejemm: Jejo Intendente.
El cura levantó el brazo. Comenzaron a tocar las campanas como si fuera Pascua.
Magdalena Bosch
Junio de 2007
Pinceladas, Integrante: Flora Levi, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs
Texto: Ciudad invisible, perpleja de palabras - Integrante. Alicia Zlotnick., Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs -
Esperaba desde el perfume de los nardos, sin entender.
Pequeño, esbelto, antiguo. Jardín.
Insectos que despiden olores húmedos y cerosos. Tronco unido a la
columna gris serpentea, vomitando su savia en las noches, y cuando
diciembre comienza, saltan de la pérgola racimos violáceos de una glicina gigante. Jardín.
La fuente: una copa de mármol escondida en el centro, quebrada en un hexágono perfecto. El agua de lluvia vieja, muy turbia, la desbordaba.
Caminaste hacia ella, sin respirar. Ningún ruido interrumpió
el sendero; sólo murmullos y secretos vibraban entre las hojas inquietas.
Apoyaste tu mano en el borde frío del estanque y allí estaba: en el fondo arenoso, evanescente, una piedra viva, de aristas redondas que soñaba tus sueños.
En la mano de un niño luce como gema; en tu mano es el circulo que se esfuma y se hace miles, concéntricos, perfectos.
Si cada circulo fuera una palabra y llegara adonde yo no viera, te expandirías piedra para construir tu refugio; cubrirías la mitad del mundo y yo como él estaría de pie junto a la fuente, para convertirme en tu aliada
Te anhelo desde mis entrañas, estanque de pura inspiración, revestido de musgos amarillos y hojas bordadas por un hilo de plata. Porque él entró a tu vida como yo; volando entre los troncos y las copas. Cuando pisó ese suelo las huellas descalzas crujieron bajo la hojarasca.
La piedra viva en la fuente.
La fuente en el jardín.
A la altura de la fuente el espíritu de cada pensamiento enrarecido por secretear con los demás, humedece el aire. Ya es irrespirable tanta asociación, vivencias entrañables, casi físicas.
De cada hoja un “yo”, un “mi”, un vacío, un clamor, quedan esparcidos sobre tus laberintos, que también son míos.
El vapor que sale de cada poro de la tierra sube, golpea la nariz, irrita.
Y se vuelve a sentir la inquieta esperanza de escribir otro poema. Ocupa tu cuerpo, lo reduce a una mezcla difusa que desprende silencios por el aire. Y las palabras se pegan a tu frente, intiman, se atrapan, se excluyen, aman, rezan.
Cuando piso el jardín era sólo un hombre. Nunca más saldrá de él, porque ya es un poeta.
miércoles, octubre 17, 2007
Cuando un amigo se va

A nuestro querido Rodolfo Sangiovanni, que partiò la semana pasada y nos dejó sus cuentos, sus poemas, su amor por la vida y sobretodo su imborrable recuerdo. Va esta canción para él.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
se empieza a revelar
el duende manso del vino.
Cuando un amigo se va
galopando su destino
empieza el alma a vibrar,
porque se llena de frío.
Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va
queda un espcaio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
martes, septiembre 25, 2007
UNA MUJER EN UN CAFÉ, Integrante: Carlos Merlino, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs

Cuando entró parecía dudar. Después enfiló hacia una mesa de dos pegada a los vidrios y se sentó. Traía una pequeña cartera de la que sacó unos papeles.
Con aspecto de profesora, el impermeable puesto, su cabello corto con claritos correctamente peinado, un buen maquillaje, hacía un todo fino, atrayente.
Después que pidió un café comenzó a leer en un papel. Luego quedó con la mirada fija; no se podía saber si leía o pensaba, o quizás sufría. En tres o cuatro minutos dio cuenta de la lectura y luego guardó el papel en su cartera.
Quedó pensativa, con las manos y brazos apoyados en la mesa, dejando ver su perfil armonioso. Instantes después extrajo de algún bolsillo un teléfono. Marcó y escuchó atentamente mientras revolvía el café que le habían traído. Su cara no expresaba emociones aunque los dedos de la mano izquierda apretaron sus ojos cerrados dos, tres veces. En un momento movió la cabeza en una lenta negativa y luego su expresión se hizo dura, como quien conmina, quien da un ultimátum. Después en tono siempre bajo dio fin a la conversación.
Sin título. Integrante: Norma Starke, Curso: 14.30 a 16.30 hs

El plato blanco, vacío, sobre la mesa de paño verde oscuro. Sombra de sombras. Redondo sobre cuadrado. El paño rojo, rasgado. Un arlequín petrificado en el rincón más oscuro de la habitación. Payaso de cuello blanco y mirada oculta. Tras la máscara, sus ojos observan la escena con estupor. Entonces recuerda. Recuerda un sueño y se pregunta si está soñando o despierto. En el sueño un títere de piernas largas y brazos cortos le grita hasta que despierta temblando. El grito le dice una y otra vez: ¡asesino!
Recurrente aparece el otro sueño: sobre un blanco fondo una hoja muy grande. Hoja verde con forma de corazón . Hoja quebrada como su corazón, muchos hilos, hilachas lo comienzan a cubrir. Se enroscan, se atan, se desatan.
Y se despierta con sensación de ahogo.Vuelve a fijar la mirada en la escena. La joven muñeca de trapo, tirada en el piso, el paño de gasa rasgado anuda su cuello, y un hilillo muy fino de su boca escapa.
El arlequín desde el rincón parece haber congelado su cuerpo. No puede moverse. ¿Está despierto al fin? Continúa el títere su grito ronco, seco. acusando.
Detrás del telón, el público espera su risa.
JUEGOS, Integrante: Norma Starke, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs


SATSUMA, Integrante: Norma Starke, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs

Al comenzar la tarde, un hombre, con sus manos, hacía pan.
La puerta de madera se abrió. Abrasador, irrumpió el verano. Un canto inteligible lo distrajo. por un instante ínfimo, levantó la vista. Bajó la cabeza y siguió amasando. Por la puerta ingresó el verano abrasador y un canto inteligible lo envolvió.
Voló el polvo entre las flores del vestido. Cayó blanca, una flor, entre los dedos pequeños de los pies desnudos. Brillaba como un gritito. Como un gemido.
El olor de la fruta la precedía. Dulce, almibarado.
Arqueando el cuerpo, como un junco, estiró los brazos con un dejo de entrega.
Se apoyó en el mostrador de vidrio, y “con disimulo de niña que ha matado un cisne”(1), lo interrogó. El hombre negó tímidamente, moviendo apenas su cabeza. La masa del pan futuro era blanca, apenas. No blanco de cumbre de montaña nevada, un tinte amarillento la oscurecía. La masa, apenas blanca, necesitaba de más líquido. El hombre, iba agregando , poco a poco agua tibia a la masa.
Ella, observaba. Miraba todos los movimientos del hombre que amasaba pan, con sus manos, en la tarde de verano.
El gajo despedía un perfume dulce, penetrante. Pegajoso. Masticaba suave, lentamente , con la boca entreabierta.
En un acto irreverente, escupió una semilla en sus manos una semilla, luego otra.Parecen piedritas del río.Sin respuesta, el diminuto dedo índice dibujó sobre la grasa del mostrador, primero una montaña, luego un árbol. Más tarde lo deslizó despacio sobre su piel.
Las cáscaras desgajadas se balancearon. Baile sensual rojo de pulpa amarilla. Anaranjadas, se balanceaban provocativas.
El hombre que al comenzar la tarde , amasaba pan, agregó chispas salinas a la tarea.
¿Un gajo mandarino?
Levantó desacompasadamente los hombros. Había, hubo un intento de negación en ese movimiento.
Entreverada en la maraña del cabello, una abeja buscaba el origen de la fruta. Ante el gesto leve , diminuto, la abeja continuó con el juego.
El acaso del quizás, mordisquea las mejillas, acrecentando los fulgores.
Abruptas sobrevinieron todas las respuestas. Todas juntas, sin palabras.
Pedacitos de masa salpicaron los cuerpos. Los cubrieron. El junco, estremecido, se arqueó aún más.La levadura, ácida y dulce, deslizó lentamente su efecto.
La masa tiñó el espacio de salmón. La pulpa, amarilla, más aún naranja, enrojeció. El salmón saltó y rozó las mejillas. Soles en las manos ardieron y quemaron los abrazos y caricias. La ternura.Enrojeció la pulpa. El almíbar escapó por los poros de la cáscara.
Cuando la fibra blanca de las hilachas se deshizo entre los dedos, los hilillos blancos se pegaron al sudor del pecho. Robusto y velludo. Tembloroso.
Cayeron uno a uno cayeron , pedazo a pedazo los hollejos. Minúsculas gotas cubrieron la mesa. Blanco sobre marrón. Sabores, olores en el aire. La región se estremeció. Algo nuevo viejo había transformado la tarde cálida. La levadura, ácida comenzó su trabajo.
El juego se prolongó hasta la sequedad. Extenuación. Placidez rosada. Mandarinas en almíbar. Jalea agridulce. Caramelos asalmonados. Azúcar en el aire.
Al caer la tarde, la puerta volvió a abrirse. Una suave brisa dulzona calmó.
Pasos de niña que probó el dulce amargo, un nuevo sabor. Desvergüenza en las mejillas. Olor a fruta agridulce. El olor la precede, la sigue. El aroma a deleite la envuelve.
Crujió milenaria. El ropaje verde del mandarino, crujió.
Pareció estallar l a tierra cuando las raíces intentaron despegarse. Quebró el viento interrogante, el árbol miró al cielo. Embraveció oscuro, verde el follaje. Las ramas, las manos, se levantaron hacia el cielo, suplicantes. Los pájaros, aves pequeñas levantaron vuelo escapando de la ira. Enojo ancestral de mandarín.
Quebradas, las ramas cayeron al costado del tronco frágil. Las manos del mandarín se extendieron laxas, resignadas, a los lados del cuerpo. Amargamente lloró el mandarino.
Y al caer la tarde, el olor a pan cubrió la región. Pan de miel y frutas.
FLACA MARACA DE TACA TACA Integrante: María del Carmen Cerezal, Curso: Miércoles de 17.30 a 19.30 hs

Flaca Maraca
de
Taca Taca
Vamos, vamos, la maraca
Toma y daca,
Vamos, vamos, que llegamo
Temblequeando hasta la playa
Vamos negra
Vamos flaca
Con el ron y la maraca
Vamos, vamos
A la playa
A la hoguera
A la hoguera
Que ya estalla toda toda
Rumba rumba
En la maraca.
Taca, taca,
Suena, suena,
Tu cadera, flaca, flaca
Baila, bailan
Tu tamtam y mi maraca
La cumbiamba
Toda ron y toda playa
Toda tú
Toda maraca.
DEL MATE, DE LA LLUVIA, DEL TANGO, DE LA CASI FELICIDAD, Integrante: María del Carmen Cerezal, Curso: Miércoles de 17.30 a 19.30 hs


El abuelo encendió la pipa con la parsimonia acostumbrada. Era todo un rito. Cada movimiento le permitía enhebrar un pensamiento como una cuenta de collar.
Una vez cumplido esto, comenzaban las volutas de humo a tomar altura, como queriendo adherirse al cielorraso, dibujando incoherencias. Es fácil filosofar viendo flotar esos anillos, pensó.
Tomó la pava que ya estaba a punto de parir el agua para el mate y comenzó la segunda parte de su ritual: yerba, cascaritas de limón y termo. El mantelito pequeño, de rayitas, se adornó con una panera llena de crocantes tortas fritas
La radio bostezó un tango de Rivero y la lluvia continuó golpeteando suavemente en la ventana que daba al patio. El Murrungo se acomodó a sus pies como desde siempre y el viejo comenzó a cebarse: espumoso y amargo.Ese mate constituía una de sus últimos placeres, esos, de los que uno va despidiéndose de a poquito. La tibieza del brebaje lo invadió. Sintió ese calorcito penetrándolo como una caricia. Lo hizo sentir casi bien.
Era casi como en vida de la vieja, suspiró. Pero casi. Solamente casi.
jueves, septiembre 13, 2007
Sin palabras, Marta Viñas - Curso Miércoles 17.30 a 19.30 hs

trenes de Villa Linda, tenía una valija destartalada, atada
con un cinturón y una especie de bastón acomodado entre
las piernas. Parecía distraído cuando la mujer le pidió
permiso y se sentó a su lado. La miró y haciéndole una
media sonrisa, se corrió . Ella tendría unos setenta años,
cabellos entrecanos muy bien acomodados en un rodete y
una presencia contundente. Sacó el abanico y comentó
¡ Que calor! - ¿Hace mucho que espera ?, lo que pasa que
yo no soy de acá vió, por eso no se los horarios, porque si
algo tiene que saber una son los horarios de los trenes para
no esperar en las estaciones y morirse de calor o de frío. En
realidad mi finado esposo- Dios lo tenga en la gloria- era
muy ordenado y fue el quién me acostumbró a esto de los
horarios; lo que pasa es que vine a visitar a mi cuñadita ,la
Elvira, la que vive pasando el corralón de Don Vicente,
¿ no la conoce? ... bueno no importa. Está muy enferma,
la verdad yo creo que de este mes no pasa, pero no me
puedo quedar, también una tiene lo suyo, además ¡Ojo!
no se me olvida que cuando andaba bien ni la hora me
daba, una vez le pedimos dos mil pesos, un dinerillo
insignificante y puso mil excusas con tal de no prestarlo
en fin ...diga que una es buena, haz el bien ,sin mirar a
quién. ¡ Huy mire ya viene el tren! ¡ Señor... señor! Gritaba
tirándole de la manga, él la miró y le volvió a entregar
otra media sonrisa, pero no se movió - ¿Oiga, se va a quedar
ahí sentado?. ¡ Vamos hombre a ver si después de tanto
esperar , lo pierde! - Estos pueblerinos , pensó, ni hablar
saben ,menos mal que una no es de andar criticando.
El sordomudo se levantó cansinamente y esta vez, sí al ver
el tren le regalo una sonrisa entera.-
Dinámica del taller 2007
viernes, abril 06, 2007
Inicio del Curso 2007
Ante la reiterada pregunta de muchos iniciados ¿qué es un taller de escritura? ¿Por qué taller y no Encuentros literarios?, estas dos escritoras corroboran nuestra opinión sobre el concepto "taller de escritura".
" La palabra taller mantiene vivo lo artesanal, la idea de que es posible trabajar el lenguaje como si fuera una arcilla. A la vez, como se trata de escribir con palabras de las que cada uno se ha apropiado de distinta manera, palabras de las que el cuerpo puede hacerse eco, la experiencia de escribir es la celebración de la variedad de la vida y de lo inagotable de su significado. En un taller de expresión se rompe el diseño homogeneizador, tradicional en los procesos de enseñanza, para permitir el ingreso de distintas edades, experiencias de vida, experiencias lectoras. ....
Lo que se persigue es facilitar la exploración del imaginario, la estimulación de la percepción sensorial y de la memoria afectiva, a través de juegos, obstáculos y condicionantes donde se ponga en juego la palabra. Un sitio donde manipular textos y desarmarlos para construir con ellos o a partir de ellos o contra ellos, otros textos.
El objetivo último del trabajo de taller es la vivencia de una palabra propia, una palabra que siendo de todos (de todos y de uno es el lenguaje, social y a la vez individual) se sienta como propia y en tanto propia, armada, desarmada, rota, modificada, descubierta, valorizada o revalorizada. El taller es trabajo, es hacer, y su cuestión fundamental estimular, considerar, cuidar y alimentar el producto de ese hacer. A cada momento se aprende junto al grupo que los bordes están para traspasarse, que no hay manuales que definan la escritura, que nada es seguro salvo el deseo de decir."
Como los bordes están para traspasarse, las consignas muchas veces están para romperlas, son sólo un pretexto para lanzarse a la aventura de escribir, de llenar la hoja en blanco.
En este espacio que nos brinda la Biblioteca del Congreso desde la Dirección de Cultura, iniciamos este nuevo curso 2007 con la certeza que al final del año, ofreceremos un conjunto de textos creativos y bellos para compartir con los otros, nuestros lectores. Desde este blog y fuera de él haremos oir nuestras voces, relatos, poemas, tiraremos nuevas piedras al estanque para gozar de su movimiento.
Lic. Adriana Agrelo
Coordinadora