¿Oiste lo que dijo? son simplemente un ovillo de hilo y una aguja. Qué cretina, qué pronto se olvidó cuando el bromista del botón se fue de parranda y sosteniendo en sus manos, sus bragas, a fin de que no se le cayera, salió desperada buscándonos.
Déjala, recuerda a su madre que bien nos trató, cuando tenía esa enorme cantidad de ovillos de hilo blanco, que colocados en un delantal, con un ganchillo que parecía una horquilla, nos daba vuelta, hasta marearnos y luego nos sujetaba con otra aguja. A ella nunca le hicimos una trastada, porque nos trataba con delicadeza, y la dejamos que terminara el vestido para el bebé, sin dificultad.
Ya que te sientes ofendido, hagámosle un desafío, hagamos un paro; cuando la niña se siente a bordar su mantel, yo me caigo de sus manos; y tu aprovecha esa oportunidad para enredarte lo más que puedas y cuántas veces puedas, en tanto yo me clavo en la tela que está en el costurero y tiro el mismo al suelo desparramando a nuestros amigos los botones.
Viendo ella que le es imposible continuar, me clavará sobre tu lomo con mucha rabia, y entonces nosotros habremos realizado nuestro paro, que habrá sido todo un desafío.
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