-
¿Vamos,
seño?
-
¿Desayunaron
todos?
-
Si
-
Entonces,
vamos
Salimos
del comedor de la escuela. Fuimos a lavarnos los dientes y luego al salón.
Se
mantenía la rutina diaria pero sentíamos en el ambiente algo raro, frio y pesado
como el clima.
Clima
que sentíamos desde aquella mañana que estábamos preparando un festejo de
cumpleaños cuando llegó la secretaria con un policía y nos hicieron
desalojar el colegio porque había una amenaza de bomba.
Nos
fuimos a la plaza, a las dos horas regresamos. No habían encontrado nada.
Nuestra aula estaba como la dejamos, pero los chicos de la señorita Lucia, nos
contaron que revisaron los armarios, ella había faltado ese día, no volvió nunca
más a la escuela, a la semana siguiente vino una suplente.
Desde esa mañana, la puerta de calle
estaba con llave.
Días
más tarde, no dejaron entrar a la señora Celia, la directora, y después llegaron
varias personas, las llamaban autoridades del ministerio, y nos presentaron a la
nueva directora, Alicia –pero no la del país de las maravillas- Ella dijo que
venía a poner orden y disciplina, respeto a la patria y sus símbolos y que se yo
cuantas pavadas más.
Hoy,
cuando entramos al salón, nos preparamos para trabajar. Comentamos sobre el
estado del tiempo, después de poner la fecha en la carpeta. La maestra dividió
el pizarrón para indicar la tarea a realizar por los dos subgrupos.
En el
patio estaban aun los más chicos terminando la higiene matinal.
Entrecerramos
la puerta. Desde afuera se veía el escritorio vacio, la seño se fue atrás a
sacar algo del armario.
De
pronto. Se abrió la puerta y entró la directora, desencajada, cuando
escuchamos:
-Saludamos
a la señorita Alicia.
Ella
quedó totalmente desubicada. Respondió a nuestro saludo y no sabiendo qué decir
o hacer. Se dirigió a mí y miró mi carpeta, mientras decía algo incomprensible.
Salió.
En el
patio ya no quedaban chicos y brillaba el sol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario