Tu regalo, Nadia Settecasi
Flamenca. Así me llamas con cariño. Cuanto te gusta que baile con ese faralac rojo de
lunares blancos que vimos en la feria americana de la calle Piedras, ahí
cerquita del club. Pero lo mejor, son los zapatos negros que me compraste hace
un mes para usar sobre el tableado. De Alicante, madre mía! Que suerte que le
caes en gracia a la vieja de la feria. Tenias una ilusión esa noche, los ojitos
brillando de dulzura y el paquete en la mano con un moño destartalado. De ahí,
que cada noche me pides unos minutos sobre estos tacos. Joder, que desfiles...y
tus ojos, transformados. Nunca me aprietan los pies, al contrario, siento que
floto, que se me suelta el cabello y se enreda en los volados de la falda. Que
me miras como si no me conocieras. Ahora, mientras me los voy calzando, hazme
el favor de pasarme la falda. Decía, ahora, me voy dando cuenta que el brillo
de tus ojos tan intenso hace ya unos días que se viene opacando y te noto las
pupilas grandes y vidriosas. Te sientes bien? La falda, gracias. Y eso. Que tus
movimientos están mas toscos. Si hasta tardas en desabrocharme el vestido.
Anoche te quedaste mirándome fijo, detrás de mi, los dos frente al espejo, yo
desnuda, con solo los zapatos puestos. Como ahora. Que lindos nos vemos. Igual
tienes las pupilas enormes esta noche. Por momentos me das una ternura.
Pensarte tan enamorado. Siempre tuviste un carácter bravisimo. En cambio, desde
que te complazco con los zapatos cada noche, hasta te volviste apasionado.
Bueno para, para que me los quito no? Vamos, deja de hacerte el bobo. Que me
duele coño. Que no me dejas ver y me enredas el pelo. Que
no puedo respirar...
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