miércoles, junio 13, 2012

Así habló Marte, Alicia Infante, miércoles de 18 a 20 hs.




Oh! Dioses del Olimpo, cesad ya vuestros lamentos, y no acuséis a mi voluntad que no ha sido la autora  de esta penumbra infectada de moscas que reina en un  incierto recoveco del Hospital Central de Ramadí, donde  se afanan los facultativos sobre el cuerpo frágil y lastimado al cual bien pronto le darán la espalda  mientras allá fuera fluye celeste el Eufrates,   los jeques toman té negro y las mujeres hornean  pan en el extraño sosiego de la única ciudad que mis garras aún no palparon...

Expediente N° 606/3 Proyecto de declaración Texto original. Senado de la Nación, Secretaría Parlamentaria.  Dirección  Publicaciones.
El Senado de la Nación declara su más profundo pesar por la muerte de la camarógrafa argentina Verónica Cabrera, quien desempeñaba su trabajo como corresponsal de guerra en Irak.
Fundamentos: Señor Presidente: La camarógrafa argentina Mariana Verónica Cabrera de 29 años murió el 15 de abril en Irak a consecuencia de un accidente que también le costara la vida al periodista Mario Podestá (en cuyo honor presentamos inmediatamente el Proyecto de Declaración que lleva el número 0576-03)
 


Oh! Tú Afrodita que pintaste su cabello de dulces avellanas y le diste a su rostro la luz de su sonrisa ancha que iluminara los peligros de la ruta al compás de sus caprichos de mensajera y testigo... Fuiste  tú quien la animaste a emprender el camino, desde el más lejano y tercero de los mundos, desde la esquina ventosa de su  Bahía Blanca natal, resistiendo el ruego de esos ojitos pardos que se multiplicarían luego de a miles en las calles destrozadas, en los campamentos arrasados...  ¿Cómo pudo rehusar la tenaza de esos brazos fuertes, de esos otros ojos amados que  ahora sienten una súbita congoja mientras las manos temblorosas discan una y otra vez el mismo número telefónico que no responde… ?

Su marido la definió como “una persona con ideales “ y aseguró que si no tuvo más éxito en su trabajo fue porque nunca se vendió a nada” Mariana Verónica deja una hija de tres años de edad, una sensación de profundo dolor que nos embarga por ello y la convicción de que el ideal de la libertad de expresión vale tanto o más que la propia vida”


Oh Dioses una vez más os pido que no me inculpéis de su apasionado trajín, de su loco deambular entre los hierros retorcidos, y el bramido de las explosiones... Yo reconocí su mirada atenta en las ruinas de Kosovo, en las trincheras de Kabul, mientras las balas silbaban su lenta canción y ella apretaba los dientes aplazando las lágrimas y el miedo para un después que nunca llegaba, porque había que partir nuevamente y esta vez acompañando a su maestro....

Necesito  explicaros, oh dioses implacables, que estaba yo retirándome a descansar, la faena recién concluida, las volutas de humo disipándose y presagiando el tiempo del desdén que sobreviene a la conquista cuando sus apretados pasos, sus impacientes movimientos la depositaron en el asiento trasero de esa destartalada camioneta que partió de Amman en rauda carrera a través del desierto con destino a  la nueva Bagdad del caos, de los saqueos  que su corazón latinoamericano adivinó con los grises y el perfume acre de aquel tórrido diciembre tan argentino.

Cabrera, no pudo superar los fuertes traumatismos de cráneo y tórax que
le causó el accidente y falleció en el hospital Saddam Hussein de la
ciudad de Ramadí. El automóvil en el que viajaba junto a Podestá (que
falleció en el acto) integraba una caravana de treinta vehículos que
viajaba a alta velocidad para llegar a Bagdad, desde Aman (Jordania),
antes del toque de queda.

Familiares y otros periodistas argentinos destacados en Irak intentaron
hacer lo posible por llegar a verla con vida con la intención de
trasladarla a un lugar seguro, pero sus gestiones se vieron frustradas
por el prematuro deceso.

Oh Zeus, padre espiritual, créeme que no  logré detener esa veloz carrera, no pude evitar que el asustado iraquí al volante se alejara incautamente del convoy para eludir las acechanzas de los asaltos y de los francotiradores mientras un fuerte ruido vaticinaba la explosión, los tumbos, el amortiguador clavado en la rueda trasera, las llantas deshechas, los cuerpos despedidos a tres, a diez metros y a miles y miles de kilómetros de la salita amarilla del jardín “Ranitas” en la ciudad de Bahía Blanca.  Allí donde a una niña se le acababa de esfumar la mitad de la infancia.

“Ella sabía que ahí estaba la muerte pero la guerra era su pasión y fue feliz así” sostuvo su hermana a la vez que recordó que peleó mucho para poder ir y para poder entrar a Irak.”

Tampoco hemos de culparte a ti Mercurio, protector de los viajeros, que distrajiste tu mirada de esta camioneta destrozada y sola en el  desierto cuando una horda de beduinos saqueaban sus pertenencias ante los ojos impávidos de sus camellos,  mientras el viento despeinaba las palmeras y su voz en un hilo imploraba, gemía por una ayuda que llegó tarde de la mano de unos colegas rusos que la depositaron casi exangüe en una desvencijada camilla de un oscuro hospital de Ramadí envuelta en su mentiroso chador rezando una ensangrentada despedida …
Entonces os ruego queridos cofrades: no carguéis sobre mis espaldas este estúpido accidente que mi misión es alta y suprema y debo continuarla no muy lejos de aquí en otro palmo del desierto donde empiezan otra vez a rugir los motores de los helicópteros, a zumbar entrecortadas las metrallas... Que una nueva noche se avecina y ya brotan las llamaradas de los pozos en disputa... que tengo los puños rebosantes de pólvora, sangre y cenizas...    Todavía parece que late, pero son los últimos estertores de la conciencia moribunda de los hombres...

Por esta razón solicitamos a nuestros pares su voto afirmativo para la aprobación de este Proyecto de Declaración. Senador Luis Falcó.

(En memoria de la periodista argentina Verónica Cabrera muerta en una autopista de Irak el lunes 14 de abril de 2003)
      
                                                     

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