Los bordes de tu rostro,
límite entre la dicha y el infierno.
Laguna celeste, la diáfana mirada
que recorre mis campos,
los invade, perfora hasta los huesos
en alocado intento.
Los bordes de tu cuerpo,
ramificación del mío,
abismo alucinado,
que somete a mi alma,
absorbiendo mí sangre.
Los bordes de la puerta imaginaria
esa que nos conduce seductora
hacia un mundo espléndido,
sin sombras.
Volar como pájaros amantes
entre riscos y orillas,
desafiando al destino.
Disfrutar de los bordes de la vida,
sin registrar el tiempo,
dejar al corazón en libertad,
que fluya su mágico elixir .
límite entre la dicha y el infierno.
Laguna celeste, la diáfana mirada
que recorre mis campos,
los invade, perfora hasta los huesos
en alocado intento.
Los bordes de tu cuerpo,
ramificación del mío,
abismo alucinado,
que somete a mi alma,
absorbiendo mí sangre.
Los bordes de la puerta imaginaria
esa que nos conduce seductora
hacia un mundo espléndido,
sin sombras.
Volar como pájaros amantes
entre riscos y orillas,
desafiando al destino.
Disfrutar de los bordes de la vida,
sin registrar el tiempo,
dejar al corazón en libertad,
que fluya su mágico elixir .
1 comentario:
Hace volar mi imaginación y como
toda la poesía de Silvia, me sub
-yuga. Gracias. Rodolfo.
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