Los colores azules y celestes suponen un mar sin olas, sin vientos ni mareas, tampoco de playas con sol incandescente por que se ve luminoso. Otra temible paradoja que propone el cuadro. En el medio, o en la escena, está ese zapato solitario de una mujer que quizás como Alfonsina sucumbió al amor y enhebrando poemas se acercó para fundirse en su inmensidad.
Raro dolor el dejar de ser uno mismo, a partir de una muerte, al no ser. El miedo y el espanto de los que hoy somos y queremos seguir siendo. Quizás esa instancia sea tan clara como lo muestra la figura. Quizás sea dulce como el manantial de los sueños que no fueron. Quizás yo mismo pueda estar entrando en ese mundo. Si así ocurre, también dejaré un zapato para que alguien pueda recrearme.
Foto: Liliana Waipan
Texto: Jorge E. Brescia
2 comentarios:
Apreciado amigo:
Se que estás viajando, para llegar hacia donde siempre te dirigiste. Espero que el camino te sea agradable y la residencia, sea el tiempo que dure, lo sea más aún. Porque volverás para iluminarnos nuevamente, continuando la purificación de tu KARMA en esa otra etapa. ¡Y. Aldo, seguro que alcanzarás el SATORI! Hasta cualquier momento...Un abrazo virtual, Roberto "Tito"
¡Qué hermosa prosa poética, Jorge!
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