Textos breves, Ana María Shua mediante, como quien busca un molde donde contener palabras, imágenes, un decir poético o juguetón y lo ofrece en toda su diversidad, aqui va esta muestra de autores varios:
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Si el espejo
fuera transparente, cuando que me afeito podría ver las cosas que hay del otro
lado. Aquel que a veces se revela en los sueños. Seguramente habría alguien
ahí, alguien muy parecido a mi, que también estaría afeitándose. Al verlo, me
asustaría tanto que me cortaría.
Si la
cuchara fuera un vegetal uno podría masticarla tranquilamente después de tomar
la sopa. Pero, claro, habría que tener en el jardín un almácigo de cucharas, y
no olvidarse de regarlas todos los días.
Si los
libros hablaran en voz alta el murmullo de las bibliotecas sería
insoportable.
Si la
servilleta de papel fuera un barco, cada vez que me limpio la boca sentiría el
olor de los mares lejanos.
Si una mujer
fuera un piano, ¿quién sabría tocarla?
Ella guarda
en sí muchos acordes, muchas melodías escondidas.
Pero el arte
es largo y la vida breve.
Si una mujer
fuera un piano, uno debería tratar de aprender, con humildad, hasta el último
día.
Si yo fuera
un árbol y vos fueras el viento, te pediría que soples con suavidad entre mis
ramas, y que lleves el canto del zorzal hasta el otro barrio.
Si la
tarjeta del cajero automático fuera una varita mágica, yo podría hacer que no
hubiera más pobres en el mundo.
Bueno, al
menos en el país.
Al menos en
la ciudad.
O, al menos,
en la calle Ministro Brin.
Si el
planeta Tierra fuera una baldosa Colón se habría caído en el espacio infinito.
Y nosotros
no seríamos más que sueños en la mente de los navegantes.
Los
marineros, flotando en el aire, mirarían con ojos asombrados las estrellas cercanas.
Y el tiempo
sería un ancho pétalo colgado de la Vía Láctea.
Octavio Belardinelli
Si el aire fuera música
Si el aire fuera música, nuestros pulmones
se hincharían como fuelles de bandoneón lanzando al mundo su melodía original,
la misma repetida y escuchada una y otra
vez en el vientre de nuestra madre, reproducida con variaciones a lo largo de
nuestra vida.
Canciones, melodías que serán finalmente
todas distintas, tristes, serenas, agitadas, intensas, efervescentes, a veces
formando dúos, o tríos de distintas voces, en los mejores momentos coros
mágicamente sincronizados con el movimiento de la naturaleza.
Respirando música se pasa la vida y el
aliento se convierte en una nota sostenida con altibajos, un sonido singular
que nos identifica como el lunar en la mejilla o los ojos del color del tiempo.
Con tanta música, notas enredadas, y
cadencias dibujadas y repetidas, el silencio se vuelve rumor y el silencio
absoluto cotiza cada vez más alto.
Si los espejos
Si los espejos fueran puertas al más allá, podríamos
despedirnos de nosotros mismos porque nuestra imagen sería lo último que
veríamos antes de cruzar la frontera.
Quizás al regresar, días, mese o años más tarde, habrá alguien
ligeramente parecido a nosotros mismos, pero más pelado, más arrugado, más
vencido, para darnos la bienvenida.
Seguramente vamos a desear cruzar otra vez, pero… ¿ será
posible una vez más sin que esa despedida sea cada vez más indiferente, más
ficticia? Este simulacro de despedida-bienvenida puede durar mucho tiempo. Pero
en algún momento la muerte nos sorprende ¿dónde?
Alicia Infante
2 comentarios:
El espejo como frontera entre la vida y la muerte.
Qué buena idea.
De un lado la realidad y del otro la ilusión.
Pero, ¿cuál es cuál?
Misterio.
Besos.
Octavio
Estos "Si" condicionales nos llevaron a distintos caminos, muy originales, felicitaciones!
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