El café literario "La piedra en el estanque" realizó seis encuentros en su Edición 2013, en el bar de la BCN, Alsina 1835 - Planta Baja. Los textos leídos forman parte de la producción que los escritores y escritoras de "La piedra en el estanque" realizan en el taller de escritura. Cada encuentro cuenta con la presencia de invitados especiales de otras áreas: música, teatro, coro, narradores, escritores de otros talleres, para reunir distintas miradas sobre el arte de la palabra y su múltiples maneras de manifestarse.
domingo, diciembre 29, 2013
El café literario "La piedra en el estanque" realizó seis encuentros en su Edición 2013, en el bar de la BCN, Alsina 1835 - Planta Baja. Los textos leídos forman parte de la producción que los escritores y escritoras de "La piedra en el estanque" realizan en el taller de escritura. Cada encuentro cuenta con la presencia de invitados especiales de otras áreas: música, teatro, coro, narradores, escritores de otros talleres, para reunir distintas miradas sobre el arte de la palabra y su múltiples maneras de manifestarse.
Otro libro de arena, Cristina Diez
Había
una vez un libro con tantas historias que era imposible leerlo. Viajaba en una carreta que trajinaba por
caminos pedregosos y solitarios. En estos trayectos, los personajes se
mezclaban y se perdían en otras épocas y en otras vidas que no les pertenecían.
Por eso, el libro era para su dueño, un titiritero que iba de comarca en
comarca, un objeto inquietante: nunca se agotaba su trama.
Cierto
día, un campesino que recogió en las afueras de
la última aldea habló de una bruja benévola que hacía maravillas y
adivinaciones. El titiritero encontró con dificultad la choza, siguiendo las
indicaciones de su compañero de camino.
La
anciana arrugadita y desdentada lo recibió con
llaneza. Sus manos resecas y callosas tomaron el volumen y recorrieron
las tapas gruesas y las hojas rústicas.
-Ya no es un libro – le dijo-; es un sueño, una ciudad, las montañas, el cielo y el infierno, el río y la laguna, y es la tierra y tu vida y la mía y
la de todos, tu amigo y tu enemigo, las mujeres que te amaron y las que no te
conocieron, los niños, tus muñecos, el hambre y el alimento, un cofre de
riquezas y tu pan duro de cada día, es tus ojos cuando lo recorren pasmados y
los míos que ya no ven.
El
titiritero le dio una moneda, salió a la tarde rojiza y subió al pescante.
Antes
del anochecer definitivo, hizo un pozo al costado del camino y lo enterró. Las
primeras estrellas naufragaron en sus lágrimas.
Magnificat, Delia Takara
Soy un pito, trozo de madera de caña, con agujeros, colores llamativos
sobre la superficie. La más barata de las artesanías del Mercado de Oaxaca,
Méjico, para que me compren todos, en especial, las madres de los pequeños.
Ellas acuden, les gusto, quieren reemplazar la vocinglería infantil por
sonidos, que a veces, se transforman en estridentes coros de pájaros de la
selva.
Me hacen bonido, para atraer las miradas mayores; me pintan primorosas
florecitas, resaltando el vibrante color del fondo, que los niños ni siquiera
distinguen. Ellos sólo toman el cilindro perforado, acercan sus boquitas
ansiosas y soplan, soplan.
Soy un pito estudioso, leo mucho, sobre mis orígenes, mis parientes de
otros continentes y en el Mercado, platico con paisanos y extranjeros, lectores
como yo y me dicen que los "aerófonos" tenemos miles de años de
existencia.
Sí, así le dicen los intelectuales. Aerófonos, o sea, instrumentos que
provocan sonidos al mover el aire contenido en los tubos de madera o metal, de
su estructura.
Mi parienta de Argentina, la flauta tucumana, es más grande que yo,
tiene 7 agujeros y 33 cm., pero hay uno mayor, el Erke, de 3 a 5 m. de
longitud, que cuando suena, semeja el bramido de un animal y es capaz de romper
los hielos de las montañas.
Mi deseo mayor, es ser un oboe de orquesta clásica.
Cuando termina la jornada, los artesanos bajan las lonetas que cierran y
cobijan los puestos, guardando todos los elementos, hasta otro amanecer.
Dedicado al descanso, leo, estudio, practico, duermo y sueño; que el
dios de mis ancestros transforma mi humilde caña en madera noble, me alarga lo
necesario, agrega otras cosas más para convertirme en un "oboe de
amor", que es el que se usa en la interpretación del
"Magnificat".
Ustedes saben qué es el Magnificat? Es música celestial, compuesta por
un señor llamado Juan Sebastián, es el Cántico de la Virgen en los oficios
religiosos en las Vísperas Navideñas del sigloXVIII.
A mí me gusta la música que acompaña el texto que dice:" porque
puso sus ojos en la humildad de su esclava".
La siento vibrar en mi interios y sé que puedo ejecutarla como él quiso.
Pero nadie me cree, porque cuando al día siguiente me prueba un infante
que no llega al tablón de la mesa en la que estoy expuesto, el sonido que emito
parece el de un cuervo, más que un canto virginal.
El niño no sabe de mi deseo, pero si me lleva, comenzará a transitar por
un sendero, el de mi ilusión.
Es probable que dentro de algunos años, este acorde que tengo muy
adentro y muy afuera, se mezcle con madera y metal y dedos jóvenes y
polvorientos genes, pulsen las llaves del instrumento y de mi deseo.
Así conmoverán auditorio, seres invisibles, creadores y cañitas
abandonadas en la manta del Artesano paciente, de un Mercado cósmico y eterno.

El despertar sexual de una chica con permanente, María Angélica Larocca
¿A ver ese pelo? Y como ya creció y los rulitos de
la permanente se están disolviendo se que es la hora de la tortura.
¿Por qué tengo el pelo lacio, por qué atravesar la
ciudad con la cabeza pegoteada de ese líquido blanco que deja un polvo que
parece talco encima de los tirabuzones apretados, por qué todos nos miran y yo
me muero de vergüenza, por qué me están creciendo las tetitas, por qué me
visten igual que a mi hermana, por qué, por qué tengo rabia?
Porque si y no se habla más. Mamá no habla ella
ordena y hay que cumplir y como yo soy buena ¿soy buena? Bueno soy buena, entonces no pregunto también siento otras cosas pero preguntan los que no saben
y en la escuela la señorita Olga dice que se nota que los que preguntan mucho
son tontos ella no dice tontos pero yo le veo la cara.
¿Por qué no
me hace una cola de caballo o trenzas como a las otras chicas? -Porque tu pelo
parece estopa-. ¿Qué será la estopa? No sé pero si ella lo dice debe ser algo
parecido a mi pelo así duro pajoso eso es, como paja ,eso también me dice pelo
pajoso.- tenés pelo pajoso- es feo y claro con la permanente queda prolijito
todos los rulitos iguales pegados a la cabeza.
¿Por qué
quiere hacernos la permanente? –Para que estén prolijas y no perder tiempo-
dice suave pero inconmovible cuando mi hermana protesta porque yo nunca digo
nada, yo me porto bien.
El tiempo. Mi
mamá tiene un reloj hasta en el culo. Todo se hace a horario. Doce y cuarto se
almuerza , tres de la tarde mate con la abuela, cuatro y media la leche, ocho
en punto cena. Mamá es como un general y nosotros obedecemos menos mi hermana
que salió rebelde como tía Irma que es la hermana de mi papá y que es grande y
todavía no se casó y encima fuma.
Hoy
llegamos del colegio y almorzamos -¿Tienen muchos deberes?- Limpia todo rápido
y se sienta con nosotras hay que terminar la tarea antes de las dos, el viaje
es largo la peluquería queda en la calle Virrey Ceballos solo sé que es cerca
de la fábrica de pilotos Aironal donde
trabaja tía Bethy que también se hace la permanente y con razón se levanta a
las cuatro de la mañana.
¿Por qué
vamos tan lejos? ¿No hay peluquerías en mi barrio? Si hay yo no sé pero sé que
a esta vamos porque es barata y por eso no nos lavan la cabeza porque se paga
aparte y tenemos que comprar la heladera y mi papá no quiere en cuotas como el
padre de la Chiny que porque es empleado y tiene un sueldo a fin de mes puede
pero, mi papá trabaja en casa, por eso yo pongo comerciante cuando en el
colegio hay que completar datos del padre, entonces si no hay pedidos, que es
cuando no suena el teléfono , no hay plata.
La
peluquería es en el garaje de una casa la señora atiende y el marido la ayuda.
No es como las peluquerías de las películas que vemos los miércoles que vamos
al cine porque es día de damas y es más barato. Acá nos sentamos en sillas
comunes y solo hacen permanente no hay secadores ni espejos ni nada.
Llegamos y
al saludar veo al rubio. Es grande tendrá como quince o veinte tiene un
guardapolvo blanco como los de los doctores. Hay ¿por qué será tan lindo? Se
parece al de amor sin barreras. Me muero. Siento que me suben los colores y
siento cosas como cuando veo los besos en las fotonovelas por eso será que la
hermana Adriana dijo que es pecado leer eso y yo le dije a mamá que no me
compre más la María Rosa pero cuando el cura me preguntó no le dije que la leía.
Estoy
alborotada , codeo a mi hermana, me mira con ojos de carnero degollado. ¿Cómo
mirarán? no sé . Mi mamá lo dice cuando
abrimos los ojos porque no entendemos pero como ella vivió en el campo
vio muchos carneros cuando los mataban. La cuestión es que mi hermana sigue en
la suya . Lo que pasa es que ella todavía juega a las muñecas en cambio yo ya
soy señorita pero no se lo puedo decir a nadie y menos a mi hermana y tampoco
en la escuela por eso sigo jugando a la casita
pero el otro día cuando Ramón que
es grande pero me conoce de chiquita me dijo adiós manzanita me di cuenta que
además de crecerme las tetitas me pongo colorada cuando me saludan los chicos.
¿Qué será
esto de ser señorita? Escuché a mi mamá que le decía a mi abuela que era una
lástima que me vino y que soy tan chica . Me dio un libro que seguro se lo dio
tío Guillermo porque es el que más lee .Había algo del aparato del hombre y de
la mujer pero no entendí nada y me dio vergüenza preguntar porque los dibujos eran raros, seguro que mi mamá no lo vio y por
ahí hace lio .
Tenía la
esperanza de que el rubio me pusiera
aunque sea el líquido oloroso pero, está en la pileta. El solo lava o sea que me contento con mirarlo sin que se dé
cuenta mi mamá.
La
permanente es una ceremonia horrible y además dolorosa esos ganchos de hierro
están al rojo vivo y a pesar del algodón siento que me queman.-Dónde- pregunta
mamá. Le señalo.-No seas ñañosa-. Digo- me quema- un poco más fuerte para ver
si el rubio viene en mi auxilio pero ella rápida se da cuenta y acercándose
para que nadie la oiga me dice-¿qué estás mirando? Bajo la vista porque sé que
estoy condenada y mientras sigo quemándome por dentro y por fuera escucho la
sentencia-vos lo que querés es que venga el chico- entonces se que no me cree y
me rindo.
Volvemos a
casa con la cabeza blanca , duros los rulos como de yeso. La gente nos mira y
en el cuello, detrás de la oreja me aparece una ampolla grande al tocarla está
caliente como mi rabia .-Mamá tiene todo colorado mirá- grita mi hermana que es
una escandalosa. –Te dije que me quemaba- digo por lo bajo para que no se enoje
pero que se dé cuenta que no mentía. -¿Esto? No es nada y no le dio la menor
importancia creo que ni miró, pagamos le dimos un beso a la peluquera el rubio
miraba pero ni se acercó con la cara que tenía mi mamá , pobre estaría muerto
de miedo.
Cuando me
toco la cicatriz pienso que le costaba mirar, decir me equivoqué.- ¿Te duele?
-pero no dijo nada.
María
Angélica Larocca
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