La noche de los deshabitados
La noche oscura
y lacerante cae en la ciudad. Apenas unas lucecitas débiles y titilantes como
destellos de flash o imágenes mentales que se borran rápidamente. Pasan, se
van, no vuelven jamás. Así en medio de la penumbra, entre lo descartable e
inútil aparecen sombras errantes, fantasmas que se corporizan en seres humanos. Nadie circula por las
calles. Hay miedo. . Blanco y negro con algunas tonalidades de grises.
Estrellada,
literalmente arrojada desde la galaxia de la indiferencia y frivolidad está
Lucía. En el callejón de los sueños olvidados, entre aquellos que nadie echa de
ver o con mirada estrábica ignoran y
siguen su camino sin desviar un paso ni ubicarse en las coordenadas de la
realidad que nos sobrepasa. Hace frío, unos cartones olvidados por sus amigos
recicladores le sirven de lecho. Su
cuerpo cansado de deambular como sonámbula todo el día por laberintos inciertos, reposa
con dificultad. La campera le sirve de almohada entre los duros adoquines. Sus
pies, descalzos ..Sus brazos, entrecruzados para sentir más calor.
Hace tiempo que anda sin rumbo. Sabe que por
las noches nadie la molestará porque es una cortada y no entran coches.. Con
las primeras luces, ni bien empiecen los vecinos a salir, no estará. Víctima
del brutal desafecto y la explotación huyó de
su casa sin que nadie advirtiera su ausencia o la denunciase a los medios .
Mejor permanecer oculta como los fantasmas. Ella busca desesperadamente la luz
de la que es portadora por su nombre, quizá algún ser bondadoso se apiade. Nunca
la habían mandado a la escuela. No se pudo enterar del poeta anónimo
que haba escrito en la pared un texto
amoroso con dedicatoria.
Miguel, uno de
los cartoneros, la protege. Siempre le
deja algunos hojas de cajas desarmadas para su cama. También se encarga de
vallar la calle para que ningún borracho
o distraído la moleste. Ha pintado un grafiti que indica que ese lugar le
pertenece para que lo sepan las otras
bandas del barrio. También es uno de los
silenciosos pasajeros de la noche abismal ¿Poeta o perro de nadie?
Cerca, en la
salida , en la calle transversal hay un
coche lleno de desechos, allí está Roberto, el coleccionista de bagatelas y
basura que después vende para hacerse de
unos pesos y poder sobrevivir. Perdió su familia y su empleo .En el cascajo
cubierto por una frazada gastada duerme. Sin embargo parece interpelarnos con
su mirada tragicómica sabe que como decía Marechal “ del laberinto se sale para arriba “Esboza
una sonrisa y se prepara para su peregrinación
del día siguiente El olor nauseabundo lo duerme. Otro día se avecina. Quiere
juntar plata para poder volver a ver a su hija.
Fotos: Alfombra de los sueños- Eder Romero /Dormir con la almohada de basura-Rafael
del Río
1 comentario:
Los relatos del desamparo nos llenan de impotencia, muy bueno, Alicia.
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