Qué es un nombre? Recordemos este diálogo de Romeo y Julieta:
" Mi único enemigo es tu nombre. Tú eres tú, aunque seas un Montesco. ¿Qué es «Montesco» ? Ni mano, ni pie, ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo. ¡Ah, ponte otro nombre! ¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa sería tan fragante con cualquier otro nombre. Si Romeo no se llamase Romeo, conservaría su propia perfección sin ese nombre. Romeo, quítate el nombre y, a cambio de él, que es parte de ti, ¡tómame entera!
Te tomo la palabra. Llámame « amor » y volveré a bautizarme: desde hoy nunca más seré Romeo.
¿Quién eres tú, que te ocultas en la noche e irrumpes en mis pensamientos?
Con un nombre no sé decirte quién soy. Mi nombre, santa mía, me es odioso porque es tu enemigo. Si estuviera escrito, rompería el papel.
Mis oídos apenas han sorbido cien palabras de tu boca y ya te conozco por la voz. ¿No eres Romeo, y además Montesco?
No, bella mía, si uno u otro te disgusta."
Sin embargo otros consideran el nombre como marca, identidad, bandera. Todas estas voces que a continuación transcribimos nos darán cuenta de la importancia de llamarse....
Los invitamos a escribir acerca de su nombre, jugar con sus letras, contarnos su historia.
Diana Espíndola
Vasto trabajo me ha dado mi nombre. Trabajo de pérdidas y recuperos.
Sabía su origen bíblico pero dado que mi padre fue anarquista practicante, siempre me extrañaron dos cosas: que se interesara en la Biblia y me enseñara a leer con los titulares del diario La Prensa.
Como sea, la vida no me dio tiempo a preguntarle. Además él lo suplantó con un sobrenombre. Me contaron que cuando jugaba conmigo de bebé me llamaba afectuosamente mamita que derivó en Mita y me ha pesado toda la vida pues yo no soy la mitad de nada.
Por épocas logré recuperar mi nombre oficial, que me calza como un guante, pero siempre aparece alguien que reflota el apodo.
Finalmente, logré un equilibrio en mi dirección de correo electrónico.
Noemí Müller
" Mi único enemigo es tu nombre. Tú eres tú, aunque seas un Montesco. ¿Qué es «Montesco» ? Ni mano, ni pie, ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo. ¡Ah, ponte otro nombre! ¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa sería tan fragante con cualquier otro nombre. Si Romeo no se llamase Romeo, conservaría su propia perfección sin ese nombre. Romeo, quítate el nombre y, a cambio de él, que es parte de ti, ¡tómame entera!
Te tomo la palabra. Llámame « amor » y volveré a bautizarme: desde hoy nunca más seré Romeo.
¿Quién eres tú, que te ocultas en la noche e irrumpes en mis pensamientos?
Con un nombre no sé decirte quién soy. Mi nombre, santa mía, me es odioso porque es tu enemigo. Si estuviera escrito, rompería el papel.
Mis oídos apenas han sorbido cien palabras de tu boca y ya te conozco por la voz. ¿No eres Romeo, y además Montesco?
No, bella mía, si uno u otro te disgusta."
Sin embargo otros consideran el nombre como marca, identidad, bandera. Todas estas voces que a continuación transcribimos nos darán cuenta de la importancia de llamarse....
Los invitamos a escribir acerca de su nombre, jugar con sus letras, contarnos su historia.
Ciertas vocales abiertas evocan la claridad, la redondez. Cuando elijo
nombres para hipotéticos hijos, los que no tuve, pienso en nombres de mujer con A, bastante
A, que traiga luz y sonoridad. No fue
por esas razones que decidió mi padre.
Pero por lo que fuere, la A domina mi nombre; una vez sola, otras, acompañada. Cantarina ele, cerrada bilabial y un final con diptongo para quebrar tanta abertura.
Pero por lo que fuere, la A domina mi nombre; una vez sola, otras, acompañada. Cantarina ele, cerrada bilabial y un final con diptongo para quebrar tanta abertura.
Heredado, sin
vibración ni estallido, se desliza como el balbuceo infantil hacia la gravedad española; mi signo más neto de
identidad, mi nombre. (Amalia Catania)
De padecerlo pasé a sentir que me poseía. Su salvajismo dio forma a mi identidad ajena, anárquica, intensa. Él me eligió, yo sólo debí aceptarlo en el documento, la cabeza y la piel.
Se manifiesta si escribo, si canto o si hago el amor. Sobretodo a la hora del amor. Cuando el otro lo pronuncia entro en el vórtice de ese sonido que por decreto alguien dejó afuera de la civilización.
Al hacer de la entrega el fin de mi placer soy extraña, alocada, barbárica. Es por él que mi extrovertida apariencia se torna voraz y tomo a mi hombre dejándome llevar por una explosión de sentidos.
Araño con brutalidad controlada su espalda. Le recorro el cuerpo con mordiscos en los que escondo la ferocidad de mi libido. Mientras me pierdo en su ingle sorbo extasiada los fluidos obsequiados. Y, ya a punto de fagocitarlo, cierro las fauces y abro las piernas con primitiva pasión (Bárbara Benitez)
Se manifiesta si escribo, si canto o si hago el amor. Sobretodo a la hora del amor. Cuando el otro lo pronuncia entro en el vórtice de ese sonido que por decreto alguien dejó afuera de la civilización.
Al hacer de la entrega el fin de mi placer soy extraña, alocada, barbárica. Es por él que mi extrovertida apariencia se torna voraz y tomo a mi hombre dejándome llevar por una explosión de sentidos.
Araño con brutalidad controlada su espalda. Le recorro el cuerpo con mordiscos en los que escondo la ferocidad de mi libido. Mientras me pierdo en su ingle sorbo extasiada los fluidos obsequiados. Y, ya a punto de fagocitarlo, cierro las fauces y abro las piernas con primitiva pasión (Bárbara Benitez)
Es el primero y no me gusta, lo dejo alejarse para que nadie pregunte si
el segundo es ese solo. Está la I encerrada entre dos consonantes que nada
tienen que ver la una con la otra, es como si se enroscaran entre los dientes
enredándose en sus raíces produciendo un confuso sonido chirriante. Después
otra consonante solitaria medio larga, tajante, típica, terca de la mano
de una vocal intrépida llena de alegría, de asperezas, de algo y nada. Es
breve. Cinco letras y no me siento identificada. Lo odio. (Mirta Beatriz López Siritto)
EN TUS
LABIOS
El arco dibuja su primer consonante
abriéndose al febo rey cuyo nombre idolatra.
Los griegos me llamaron venerándome Artemisa.
Su impronta signa mi naturaleza.
Instinto arremolinado,
danza salvaje
y primitiva
de ninfas
descalzas
en el bosque nocturno de tus labios.
Esperaba mi nacimiento, yo era el
elegido. Enmudeció en medio de mis
llantos al verme y con un firme acento exclamó
mi nombre… fue la dulce voz
de mi madre. A partir de ese instante ya sabía quien era .Con avidez mis
pupilas se orientaban hacia la sonoridad
de aquella palabra. Mientras tanto agitaba brazos y piernas de contento gracias a aquellos dulces labios que pronunciaban mi nombre.
Hoy a los sesenta me siento más dueño que nunca cuando
lo escucho.
Héctor J. Villafañe
Comienza como si quisiera echar o asustar a
alguien. ¿Será que quiero impresionar cuando me nombro? Termina con una segunda sílaba dulce. Mi
madre así se llamaba, con solo tres letras suaves.
Como lo decían en casa no me gustaba, ni
siquiera en diminutivo. Entonces explicaba que era en honor de mi bisabuela,
que tuvo la mala suerte de morir un día antes que yo naciera.
A pesar de eso nunca me inventé otro, como
solían hacer mis amigas en la adolescencia. Ahora me gusta, en realidad
reconozco que no podría llevar otro que no sea el mío.
Juana Pereira
Nombre compuesto. E n el primero la profusión de letras virginales remite a la espiritualidad. La sonoridad reside en su unión con el segundo. Entrelazados se robustecen.
Nombre con alcurnia y abolengo decía mi madre levantando el mentón como si el hilo invisible de la historia la estirara quien sabe hasta donde. Abolengoooo recalcaba y fruncía la nariz mientras se llenaba de tanto orgullo que parecía a punto de explotar.
Por ser ella portadora del mismo nombre compuesto heredado de sus ancestros suponía que esa marca en el orillo despertaría mi vanidad. Lejos de eso cargar con un nombre que no era solo mio y encima con el abolengoooo era demasiado, el peso me agusanaba. Para complicar más el panorama mi padre, ignorante de todo lo que a la nobleza se refería y tal vez en un intento por diferenciarme del resto de parientes homónimos, empezó a llamarme apocopando el primero y anteponiéndole el artículo la. El artículo la que para los porteños vulgarizaba cualquier nombre era bien visto en el interior. Así según quien me llamara yo era aristócrata o vulgar. Las familias se dividieron marcando unas diferencias que ya existían pero de las que yo ,con mi autoestima desteñida me hice cargo. Resultó entonces que la familia paterna usaba el apocopado y la materna el otro. Por momentos sentía que tenía tres nombres y cuando, en el cine apareció una película nacional cuyo título era el famoso apócope con artículo y todo mi madre estalló, no por el nombre por el que ya no discutía sinoporqueademásdevulgarespuralujuriaaaaaaa y estirando ahora la mano daba un portazo mientras mi padre seguía leyendo el diario.
Para mi nada cambió , me sentía diferente en el mundo de las Mirtas, Gracielas, Alicias mi nombre me sonaba antiguo. Ahora no pienso lo mismo hasta me parece original, será porque hace muchos años que lo llevo.
En mi adolescencia otro episodio hizo famoso mi nombre. Esta vez el segundo apareció como título de una zamba que cantaba todo el mundo. A partir de ese momento cada vez que me presentaba me sorprendían con los acordes. Claro que la fuerza era llevar los dos juntos. Terapia mediante me apropié del nombre compuesto y lo adopté por elección. Lo hice mio. Ahora si es mi marca, mi esencia, soy su dueña y es mi orgullo. Creo que se cumplió en parte el deseo de mi mamá pero de tan mio que lo siento este nombre morirá conmigo.
María Angélica Larocca
Nombre con alcurnia y abolengo decía mi madre levantando el mentón como si el hilo invisible de la historia la estirara quien sabe hasta donde. Abolengoooo recalcaba y fruncía la nariz mientras se llenaba de tanto orgullo que parecía a punto de explotar.
Por ser ella portadora del mismo nombre compuesto heredado de sus ancestros suponía que esa marca en el orillo despertaría mi vanidad. Lejos de eso cargar con un nombre que no era solo mio y encima con el abolengoooo era demasiado, el peso me agusanaba. Para complicar más el panorama mi padre, ignorante de todo lo que a la nobleza se refería y tal vez en un intento por diferenciarme del resto de parientes homónimos, empezó a llamarme apocopando el primero y anteponiéndole el artículo la. El artículo la que para los porteños vulgarizaba cualquier nombre era bien visto en el interior. Así según quien me llamara yo era aristócrata o vulgar. Las familias se dividieron marcando unas diferencias que ya existían pero de las que yo ,con mi autoestima desteñida me hice cargo. Resultó entonces que la familia paterna usaba el apocopado y la materna el otro. Por momentos sentía que tenía tres nombres y cuando, en el cine apareció una película nacional cuyo título era el famoso apócope con artículo y todo mi madre estalló, no por el nombre por el que ya no discutía sinoporqueademásdevulgarespuralujuriaaaaaaa y estirando ahora la mano daba un portazo mientras mi padre seguía leyendo el diario.
Para mi nada cambió , me sentía diferente en el mundo de las Mirtas, Gracielas, Alicias mi nombre me sonaba antiguo. Ahora no pienso lo mismo hasta me parece original, será porque hace muchos años que lo llevo.
En mi adolescencia otro episodio hizo famoso mi nombre. Esta vez el segundo apareció como título de una zamba que cantaba todo el mundo. A partir de ese momento cada vez que me presentaba me sorprendían con los acordes. Claro que la fuerza era llevar los dos juntos. Terapia mediante me apropié del nombre compuesto y lo adopté por elección. Lo hice mio. Ahora si es mi marca, mi esencia, soy su dueña y es mi orgullo. Creo que se cumplió en parte el deseo de mi mamá pero de tan mio que lo siento este nombre morirá conmigo.
María Angélica Larocca
Increíble que ella
dijera que yo era su todo, su vida entera desde la mismísima concepción, desde
la interna afirmación de saberse embarazada y, luego del parto, me nombrara en
opuesto.
Crecí con una idea
equivocada del afecto, tambaleando entre un cariño mal dado con manotazos de
abandono disfrazado. Me dormían entre cuentos de hadas que no me registraban, arropándome
con el amor sofocante de la posesión.
Mientras ella se
aferraba a mi existencia y creaba una simbiosis de dolor, controlaba cada paso,
me nombraba cada miedo, marcando entre caricias esas cinco letras inundadas de
abismo, de si me paro en el borde me caigo, de si me doy la vuelta me pierdo en
el laberinto.
El eco suelto creció
conmigo y de repetirse se quedo.
Del “no te veo, no estas,
no sos” maduro el “nadie te ve, nadie sabe de vos. Sos nadie en este mundo de
todos.”
Con los años,
malparida y sobrante de terror me empeñe en desterrar esa E decorada con
cicatrices. Y en el mientras tanto de sudor, te envié mis ojos por correo, para
buscarte, para sanar mi corazón, para abrirte un rincón de mis secretos y jugar
al “quedate conmigo y yo con vos”, a que me destapes por las noches y yo me
cure y te escuche, bajito, bajito: “Nadie podrá amarte mas que yo”.
Nadia Settecasi
En el nombre
de realidades, utopías y batallas ganadas
Ayer
Se sentía frío, en el más amplio sentido de la palabra. Y como broche,
la l pegada a la d, se convirtió en el trabalenguas
de rigor. Ni romántico, ni dulce, ni raro. Cómo decir nada. Y para llenar el vaso de la
frustración, cuatro o cinco rivales, ganando en la memoria de todos.
Sin embargo, nada es aparente
N no naciste
para dibujar, ni pintar, ni escribir. Sos mujer
i ilusiones. De eso no se vive
l lectura. En estos tiempos,
hay que invertir energía sólo en los libros sagrados
d dudas, de todo, menos sobre
dios
a amor, sinónimo de vanidad.
Hay que dar sin esperar
Hoy
Sobrevuela en mi vida un pájaro
de papel, convertido en letra viva, al que perfumo con mis sueños, amores, palabras
y mi libertad de elegir. Símbolo, metáfora o vaguedad que permite al espíritu convertirse en un vuelo
victorioso.
N no nací sabiendo dibujar,
pintar, ni escribir. Conocí el desafío de aprender
i ilusiones nunca faltan. Son el condimento de
mis días
l lecturas, me transformaron en
la amante insaciable de todo lo bueno que me
ofrece el mundo
d dudas, a veces y sobre todo de dios
a amor, sinónimo de la pasión por vivir
Hijas del fuego eternamente encendido
las chispas existen como espiral
de luciérnagas que paren la luz
Atreverse a volar sobre el abismo, es el
desafío
La creación no es otra cosa que la
batalla a la ignorancia
llamada prohibición
Nilda Marruco
Vasto trabajo me ha dado mi nombre. Trabajo de pérdidas y recuperos.
Sabía su origen bíblico pero dado que mi padre fue anarquista practicante, siempre me extrañaron dos cosas: que se interesara en la Biblia y me enseñara a leer con los titulares del diario La Prensa.
Como sea, la vida no me dio tiempo a preguntarle. Además él lo suplantó con un sobrenombre. Me contaron que cuando jugaba conmigo de bebé me llamaba afectuosamente mamita que derivó en Mita y me ha pesado toda la vida pues yo no soy la mitad de nada.
Por épocas logré recuperar mi nombre oficial, que me calza como un guante, pero siempre aparece alguien que reflota el apodo.
Finalmente, logré un equilibrio en mi dirección de correo electrónico.
Noemí Müller
No me gustaba que me llamaran así cuando niño. Salía de la moda, era
diferente. Como no quería ser distinto me inventaba apodos, acepte los que me
propinaban.
Pasó el tiempo, crecí. Al empezar a reflexionar más en las palabras de
mi padre y en su obra, comencé a sentir afecto por mi nombre.
Tiene sonoridad. Aunque parezca machista, fue creado para hombres. No
puede ser llevado como la mayoría mediante una vocal al género femenino.
Para ellas me agradan los de mujer que describen a la dueña. O los que
fluyen con suavidad, dulzura.
El mío tiene una sola vocal. Fuerte, rotunda, parece evocar el círculo
de los escudos de antiguos guerreros germanos. También a quienes no aceptaban
culturas extrañas.
Tiene carácter. No son muchos los personajes famosos que lo usaron.
Comienza como un rugido, que puede ser también canción de cuna. Sigue
como un desliz del habla, que atempera la primera silaba; termina firme con la
misma vocal como diciendo ¡acá estoy!
Comparto mi nombre con mi hijo y un nieto. Tengo la esperanza de que
ellos lo usen con orgullo como yo.
OTRO.
Suena duro, lo sé. Quien lo oye y no me conoce puede hacerse una idea
equivocada de mi carácter. Pero me agrada. Afirma mi personalidad.
Solo una vocal le basta para expresarse. Se repite tres veces. Es
sonora, cerrada, fuerte.
Comienza como si fuera una orden militar perentoria; sigue como tomando
aliento con otra silaba que acompaña. Termina afirmando la primera.
Sin embargo, no me gustan las ordenes, menos las marciales.
Y es raro, pero me siento orgulloso de usarlo. Rodolfo
Falchetti
2 comentarios:
Me encantó conocerlos a través de sus nombres, cada uno tuvo su propia originalidad, felicitaciones a todos, de una ex integrante de la troupe de Adriana.
Buenisimo!!!! Me encanto la actividad!!!!
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