lunes, diciembre 12, 2011

Parecido, Nelia Curone


Es  viejita, muy viejita. Me recuerda a mi abuela paterna, una italiana que vino a la Argentina cuando tenía 15 años para casarse con su novio piamontés como ella, que la había precedido. El la convirtió en su esposa al poco tiempo de su llegada. Muy pronto nació el primer hijo y luego muchos más, conformaron una familia grande, que le demandó mucho esfuerzo para lograr el bienestar de cada uno.
Me llama la atención que une a su aspecto de anciana su capacidad de adaptación a la modernidad. Me dio mucho gusto verla hablando por su celular, su cara se muestra fel´z y se me ocurre que está recibiendo una buena noticia; por lo menos a ella debió producirle agrado, dad la paz reflejada en su rostro y la dulzura de su mirada. Es que esta señora debe haber pasado de ser abuela. Por su aspecto es una bisabuela, y quien debía de llamarla sería su bisnieto, que le pedía que fuera a jugar con él tal como lo hizo ayer mi bisnieto Santiago, que me llamó y me dijo:
Noni ¿por qué no venís a jugar conmigo? Federico es tan chiquito que no me entiende y yo me aburro, vení por favor.


Silvia Fabiani, in memoriam



La querida Silvia nos dejó este año sorpresivamente, buscando entre sus numerosos textos, encontré éste, un cuento fantástico, soñador, un tanto misterioso como era ella o como le gustaba ser. Creo que este cuento la representa y nos deja una imagen mágica de sus relatos. La recordaremos así,como una mujer imponente, siempre dispuesta a emprender la aventura de un viaje.

Compradora de sueños

Hacia cinco horas que el avión había salido del aeropuerto. Amanda miró a su compañero de asiento que dormitaba y lo envidió. Ella nunca podía dormir en los aviones.
El viaje lo decidió en una semana. Estaba harta de la rutina de su vida. Paris era el destino.
Cuando llegó al hotel, se dió un baño y se acostó, Realmente se sentía cansada. Al despertar el reloj marcaba las tres, En el  ascensor uno de los botones la saludo con cortesía. Joven y atractiva, trataba de disfrutar de la vida, viajar era su gran motivación. Había tenido un novio hacia tiempo pero cuando descubrió la infidelidad, lo abandonó.
Camino por las calles pobladas de tiendas. El aire parisino es reconfortante, pensó. Le encantaba comprar. Su esbelta silueta le permitía usar cualquier estilo.
El apetito le apretaba el estómago, entró en un local de sandchichs, comió frugalmente mientras decidía donde ir, el viento era fresco y el cielo nublado completaban una tarde otoñal.
El conserje le había dado algunos folletos con actividades culturales en la ciudad. Le llamó la atención un nuevo museo de cera con escritores y artistas de diversas ramas del arte.
La sedujo ese aire misterioso, con luces multicolores que realzaban las figuras allí expuestas. Deslumbrada, una idea alocada se apropió de su cabeza. En un descuido del guardia se escondió detrás de un alto mostrador de madera.
Ya lo había decidido, pasaría allí  la noche. Se apagaron las luces, pero no del todo, algunas tenues,  iluminaban los salones. Comenzó a recorrer esta vez con paso lento hasta que llegó donde estaba George Sand, la famosa escritora feminista que ella tanto admiraba.
La mirada profunda la conmovió, parece real, se dijo,
Mientras le quitaba con mucho cuidado una chalina y se la colocaba en su garganta. Un deseo irrefrenable de escribir, la invadió. Buscó en su cartera, siempre llevaba una libreta y apoyada en el escritorio comenzó a llenar la hoja en blanco. Como si una mano invisible guiara su estilográfica. Perdió el sentido del tiempo.Leyó con detenimiento e incrédula comprobó que era una parte del texto “Un invierno en Mallorca”. Allí faltaba Frederic, pensó.
Lo guardó en su bolso y atónita siguió caminando. En un costado, Edith Piaf la miraba, casi sonriente. El gorrión de Paris, dijo casi en voz alta.   Emocionada le acaricio el brazo y de pronto de su garganta comenzó a brotar una melodía,  La  vie en rose y después otra, Milord.
En un escenario de época  apoyada en una barra Marlene Dietrich,  la única que pudo hacerle sombra a Greta Garbo con  su mirada seductora y envuelta en una estola de visón, El ángel azul, la que se atrevió a rechazar propuestas de Hitler y muy amiga de la Piaf no podía faltar. Con delicadeza le quitó el  cuello de piel y se lo colocó. La voz áspera y envolvente salio de su garganta con los acordes de Enamorándome( ich bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt )

Sobresaltada observó que las primeras luces de la mañana se filtraban por algunas ventanas. Sentada sobre una tarima, esperó hasta que oyó las voces de los visitantes, cuando pasaron a su lado, se mezcló entre la gente y se acerco a la puerta. Al salir repitió lo que siempre había pensado
Paris, ciudad mágica e inolvidable.

Silvia N Fabiani
Ilustración: Silvia Schmid