miércoles, noviembre 09, 2011

Sobre inesperado, Raquel Roitman




Eran los últimos días de invierno, llovía, llegué a casa totalmente mojada. Afuera arreciaba una tormenta, truenos, algunas piedras. Fui hacia la cocina, dejé la cartera, los zapatos mojados, el abrigo.
Con el apuro quedó la puerta semiabierta. Me extrañó que no hubiera cerrado, y cuando lo intento encuentro un sobre muy abultado. Lo dejé sobre el mueble donde pongo la correspondencia, pensando que quien lo trajo me llamaría para decirme algo. Estaba en blanco.
Después de varios días, cuando mejoró el tiempo, la tierra estaba ideal para plantar y recordé el sobre misterioso que, al tocarlo, parecía contener semillas. Nadie llamó, así que resolví hacer un almácigo.
Pasó el tiempo casi me había olvidado del hecho, mediaba Septiembre y los días empezaban a ser más templados. Recorriendo el jardín miré el almacigo, un montón de plantas cuyas incipientes hojas un poco puntiagudas me parecía haber visto en algún programa de televisión.
Dejé pasar varios días más, y las plantas crecieron profusamente.
Una tarde, estoy llegando del trabajo y veo a varios vecinos reunidos que hablaban de la muerte de un joven al que, decían, lo había matado una banda de narcotraficantes. Se decía que el joven era el responsable de cultivar para la venta plantas de cannabis.
Entonces recordé mi almácigo, las plantas, y mi corazón dio un salto. Mientras mis vecinos hablaban, yo miraba desde la calle mi jardín, cerca de ellos se asomaba el almácigo que había plantado.



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