lunes, octubre 31, 2011

Fútbol para todos, Alicia Sabella



            
Cuando la hija llegó a la casa con aquel bebé debilucho y esmirriado, a la Chola se le apretujó el corazón. Lo puso en sus brazos y le pidió que lo criara.
A fuerza de leche, tapioca y cariño hizo de él un buen chico. Sin embargo, díscolo por naturaleza, no quería ir a la escuela y pasaba todo el día en el potrero gastando zapatillas con la pelota.
Una tarde le dijo que se iba, a la abuela le temblaron las piernas ¿Adónde? Le gritó. El joven, parco, huidizo, le contestó que el club lo había contratado. No satisfecha insistió,¿De qué vas a vivir? Desde la puerta le respondió. Del fútbol.                                                                                       La Chola ya conocía la soledad, viene con una congoja que se instala en el pecho y silencios inagotables, lo había aprendido con cada ausencia.                                     
Mientras freía las últimas empanadas, miró el cielo, amanecía y era domingo y los domingos acentúan su presencia con colores propios. Terminó de preparar las canastas y esperó que el vecino pasara con la camioneta y la llevara a la cancha.
La hinchada, nerviosa, esperaba para entrar. La inmovilidad forzada irritaba a los muchachos y las expectativas les despertaban hambre, entonces los bolsillos de la Chola se llenaban y las canastas quedaban vacías.                            
Una vez que el estadio se tragaba a la muchedumbre, las calles dormían la siesta arropadas por la basura. Ella nunca entendió el fútbol, cuando escuchaba los rumores, los cánticos y los silbidos intuía, desde afuera lo que pasaba adentro. Si el clamor subía al cielo, no le cabían dudas que su nieto avanzaba con la pelota y luego un espacio de silencio, apenas perceptible, como si nadie respirara, después los gritos lo empujaban al área, el gol reventaba las gargantas y la alegría hacía temblar las tribunas.
Le hubiera gustado ver al muchacho, verlo de verdad no como en las revistas o en los diarios, sentarse cerca, abrazarlo, contarle todo lo que había aprendido y que ella también vivía del fútbol.  
                    
                 
                                                                                                        
     

1 comentario:

Arte Marga Grigera dijo...

detrás de las bambalinas... delante de los muros ... gooooool!!!!!!!!!!!!!