jueves, abril 15, 2010

La barra, Leonardo Fernández. Curso Lunes de 17.30 a 19.30


— Carlitos…,avisale a José que faltan trapos y una media, que no se haga el opa y le choree a la vieja porque si no,  no hay fulbo.
Y allá parte Carlitos con la orden de Manucho el jefe de la barra, éste con dos años más y la habilidad de transformar papel y trapos en una pelota tenía la admiración y el respeto de todos.
El colorado era increíble, de físico grande para sus trece años, con su pelo hirsuto siempre despeinado tenía una mirada azul que cortaba cualquier discusión. No buscaba pendencia ni se  metía en líos, pero las veces que lo buscaron lo encontraron dispuesto y sin arrugar nunca.
—  Coco, como tarda este salamín, fijate si viene.
— Si recién salió, no tiene bici para ir más rápido y son seis cuadras, son.
— Vos siempre lo defendés, se ve que te gusta la hermana gilún.
— No es cierto, la Rosita no me gusta, tiene los dientes chuecos y no te deja copiar en las pruebas.
— Mejor sería que estudiaras, así no tenés que hacer machetes, cada vez que te veo estás todo escribido con la pluma cucharita.
— Bueno che finishela, al fin y al cabo no repetí nunca. Mirá viene Carlitos, y parece jaboneado.
El mensajero llega transpirado por la carrera y con la cara desencajada.
— No saben lo que pasó muchachos, estábamos en el conventillo y en el momento que yo lo tapaba al José en el piletón, para que pudiera afanar algunos trapos y alguna media, el salame se equivocó de tacho y le estaba metiendo mano a la ropa del tano Antonio.
— Justo con el tano chinchudo se fue a meter.
— Pará, pará, apareció de golpe, no me dio tiempo a avisarle y de refilón me comí un squiafo, pero el que la pasó peor fue Josesito que se ligó un bruto cazote y encima lo sentó en el piletón lleno de agua.
— Parece que se enojó en serio. ¿Y después?
— Yo rajé pero vi que lo llevaba de la oreja a la pieza de la madre.
— Este tano es una fiera, siempre encuentra la manera de arrimarse a la viuda - comenta Manucho.
— Vos siempre con la maldad, la cuestión que nos quedamos sin pelota y sin fulbo.
— No te calenté, alcanza para una chica, pero no hay que mojarla porque si se moja, chau, tiene mucho papel y poco trapo.
La barra se queda conversando en la esquina y deciden jugar al hoyo pelota para preservarla.
En el conventillo, don Antonio golpea la puerta de María, la gallega viuda del hielero, al abrir se encuentra con Josesito zapateando en el aire mojado y sostenido de una oreja por su enojado vecino.
— ¡Oiga qué pasa! suelte al nene quiere. Qué le ha picado, mire como tiene la oreja.
— La orequia se la teniva que traere en una bandeca señora, cuesto delincuente me estabano caloteando lo calzoncillo batarace que teniba al piletone.
— Bueno, tanto lío, por una travesura de pibe, a la final si le llevaba el calzoncillo le hacía un favor, si no lo lavaba nunca.
— Cosa diche doña Maria si e yusto el nuevo, el que usé toda la setimana pasada, ademá lo querían para hacerlo balone y cagarlo a patadas.
— Josesito ¿es cierto lo que dice don Antonio? pídale perdón ahora mismo por el disgusto y vaya para adentro.
El pibe rezongando se disculpa y los deja mientras se frota la oreja. La viuda trata amablemente de quitarle importancia al incidente  y don Antonio va amainando en su calentura.
— Mire, el chico es travieso pero a usted le tiene mucho respeto Antonino.
— Si fuera ico mío, andaría derechito, derechito, pero osté no tiene la culpa, está solita y e difichile sin el suo marito.
— Me alegra que me comprenda, son tiempos muy malos para una mujer sin hombre, ¿que puede una esperar?
— E sí, il huomo non la pasa mecore, e triste vivire solo, fare la comida, lavare lo calzoncillo, e
Laborare al puerto doce hora a la estiba, dopo dormire solo, e si e difichile.
— Usted tiene suerte, es soltero y sin compromiso, en cambio yo, viuda y con un hijo no tengo futuro.
El tano agarra al vuelo la intención y se apoya en el marco de la puerta en actitud ganadora.
— Non crea doña Maria osté tiene a Cosesito que e muy respetuoso y bien educado, e osté e una molle muy trabacadora y molto simpática e además linda come una madona.
— Que cosas dice Antonino, mire si lo escucha la polaca de la pieza ocho. ¿Que le parece si tomamos unos mates así se le pasa la bronca?
Don Antonio acepta encantado y al entrar se tropieza con la presencia de Josesito, sorprendido, mira a doña Maria con gesto cómplice, ésta solo encoje los hombros.
— ¿Me permete doña Maria?
— Lo que guste Antonino.
— Cosesito… io te perdono, va vía presto con il bandido de Manucho e la tua barra, dopo si se portano bien te prometo un balone de goma así non afanan ma calzoncillo a nenguno. Palabra
de Antonio Malatesta ¿capito?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermosa pintura de una epoca, gran sensibilidad