jueves, abril 15, 2010

Fiaca viajera, María del Carmen Cerezal. Curso: martes de 14 a 16


Ni bañarme. No tengo tiempo ni ganas. Jean. Jean y zapatillas. Remera.
Eso. Ahora sí. Ahora soy yo.
No. La cama no. Brisky se quedaba en la cama, jugando a los convoys. No. Yo voy a ir más lejos. La mía es una fiaca viajera, aventurera, descubridora de nuevos horizontes! ¡Seré el trekiefiaquero que llega a dónde nadie llegó jamás! ¡El Colón de la fiaca, que arriba a la tierra soñada por una ruta ignota, aún equivocándose!¡A mí todos mis sueños postergados! Porque ésta no es una fiaca incidental. Es vieja, tan vieja que le cuesta incorporarse. Está entumecida, dolorida de tanto estar agazapada. Pero al final, la pordiosera, la excluida, toma su último impulso y pega el salto del puma cebado y zàs! se me incorpora para siempre, me posee al fin!
Tomaré un tren cualquiera como el Doctor Maradona y a bajar donde se me cante.¡Que la vida me busque a mí!
Pensar todo lo que me disparó esa vieja película que pasaron anoche…

Este es el tren. No se adonde va. Tengo mi mochila y unos pocos pesos. Pero ahora descubrí que en el fondofondo de mi también queda algo semejante a un resto de esperanza y me siento como el hambriento que raspa con fruición las sobras pegadas a la olla, sin importarle si están o no quemadas. Sólo piensa en su hambre. Y yo también. Porque esta fiaca me despertó hambre de mí. Por primera vez.
Hay pocos pasajeros en este vagón. Algunos miran por la ventanilla, expectantes.
Otros dormitan y hay a quienes se les escapa una sonrisa beatífica.
No se porque, pero los siento cómplices. Hermanos en fiaca. Miembros de la más secreta de las cofradías.
Nadie habla. Sólo las miradas reconocen al semejante.
Algunos parecen asustados, pero ninguno desiste.
Esperan.
Largamente esperan.

No hay guarda.
El tren se detiene y todos sabemos que es la meta.
Bajamos.
Nadie se mira, como si cada uno se dirigiera hipnotizado a un `punto fijo del que no puede o no quiere apartarse, su compartimento estanco.
Sólo nosotros,- si pudiera aplicársenos ese colectivo a este hato de soledades- quedamos un momento en el andén.,
Un momento que dura siglos porque la vía divide en dos al pueblo a descubrir.
El dilema es clarísimo: cruzar o no cruzar?
¿En cuál de los dos lados morará la pasión?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien Ma.del Carmen! tu sello está en este relato. El pueblo dividido entre las vías... sospecho que la pasión está en ambos lados, lástima que dividido, no? Un beso grande. Ma.Cristina Mastrolonardo

Anónimo dijo...

Felicitaciones, me encanto tu relato!
Te saluda la sobrina de la profe...Agus