martes, marzo 30, 2010

Alejandro Crimi, Vulpes, Vulpes

He reescrito esta página al menos siete veces. Me resulta difícil hacerlo todavía. No sé por dónde agarrarlo. Por dónde armarlo en la cabeza para que los dedos hablen. Forzar la escritura hasta que se empasten las teclas.
Lo que tengo claro es que quiero reconocer mi voz detrás del cuerpo. (Ponerle el cuerpo a las palabras)
En eso estoy y creo además que es lo único concreto. El resto es apenas un panfleto. Mi voz desparramada sobre el lomo de las hojas blancas.


Ha nacido un zorro en Tucumán. Me detengo porque se me antoja que ha muerto un perro. Y al mismo tiempo se ha descosido un malón, aún antes de nacer.
Julio: (dijo el padre y repitió) Julio y Argentino. Y el llanto del zorro se desdobló detrás del Río Salado. En una hebra de viento en la Sierra Chica. En los pies descalzos del Cacique. Algo ahí que no supo como explicar, ni por donde empezar a agarrar. (Alka nguërü). Repitió y se detuvo en seco. Trabó la lengua porque la palabra se le cayó desde la boca. Y fue directo a parar sobre la lanza estaqueada contra el piso. Sobre la sombra plana y alargada de las boleadoras. Y no fue algo sobrenatural. Fue sólo un ardor en la punta del vientre. Visceral. Amargo y duro.

ZORRO
Zorro, -rra s. m. y f.
1 Mamífero carnívoro salvaje, parecido al perro pero con el hocico más alargado, el pelo entre marrón y rojo y la cola larga y peluda
2 fam. Persona que es astuta o hábil para engañar y para evitar el engaño.
NOTA Frecuentemente usado de forma despectiva.


Ya no hace falta que agregue nada. Dejo de ser inocente. Y empiezo paradójicamente a sentir algo acá. No se donde pero acá. Algo atragantado. Una astilla en la encía. Me permito enunciar solo por un momento la frase “Revisionismo Histórico”. Confieso que la última vez que me molestó un juego de letras, fue detrás de la palabra “Baladí” y el uso aséptico de Borges. Trato de explicar ahora que no es algo racional. Es solamente el eco. El sabor amargo en la punta de la lengua. Vuelvo modestamente a poner el cuerpo detrás de las palabras. Y entonces me pregunto. Han pasado ciento treinta años, un poco más, (ya no importa demasiado) y entonces ahí es en donde libero un poco el razonamiento. En cincuenta o treinta años. ¿Los argentinos comprarán su alimento, sus medicamentos, con la majestuosa foto de otro genocida en los billetes? Y lo digo por el famoso revisionismo histórico. ¿Y cuál será? ¿El hocico adelantado de Videla, la macabra sonrisa de Masera? ¿O los ojos azules de Astiz?


"¿Lograremos exterminar a los indios? (frunció el seño y una grieta negra le partió la frente) Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. (Se levantó del sillón y llevó el dedo índice hacia un nudo en el universo) Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. (Abrió los brazos como un par de aspas blancas y fofas) Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado." (Apagó por un momento los ojos y se volvió a sentar) Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).


Miro la foto que tengo en mis manos, de chico dicen que le quedaba bien el sobrenombre. Un dejo inexpresivo de maldad se revolcaba entre la astucia. Sin embargo, para mi es un descargo oscuro detrás de los ojos. Se le arremolinaba el zorro en la barba tupida, le escondía las facciones. Le reventaba el paladar con el propio filo de sus palabras…


"Estamos como nación empeñados en una contienda de razas en que el indígena lleva sobre sí el tremendo anatema de su desaparición, escrito en nombre de la civilización. (Habló detrás de los bigotes, los labios planos, asomaron apenas grises) Destruyamos, (golpeó la mesa y la vista se le encendió) pues, moralmente esa raza, aniquilemos sus resortes y organización política, desaparezca su orden de tribus y si es necesario divídase la familia. Esta raza quebrada y dispersa, acabará por abrazar la causa de la civilización. (Llevó una mano al vientre y con la otra empujó al aire hacia el vacío) Las colonias centrales, la Marina, las provincias del norte y del litoral sirven de teatro para realizar este propósito". (Sonrió apenas, detrás de los aplausos que se rompían en su cara)


Se mataron 1.323, (ya de pie, se empantanó de soberbia) que también se habían tomado como prisioneros a 10.539 mujeres y niños y 2.320 guerreros,(dejó la vista en una minúscula estrella de saliva que se aplastó contra el banco) lo cual dejó el camino expedito para entregar las tierras a los nuevos propietarios, (instintivamente llevó una mano al bolsillo)a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas.
(Acotación del presidente Julio Argentino Roca (1843-1914) ante el Congreso de la Nación,)


(Alka nguërü), un pequeño lamento del Pampero untó la tierra, el borde violado del desierto.

ZORRO
Zorro, -rra s. m. y f.
1 Mamífero carnívoro salvaje, parecido al perro pero con el hocico más alargado, el pelo entre marrón y rojo y la cola larga y peluda
2 fam. Persona que es astuta o hábil para engañar y para evitar el engaño.
NOTA Frecuentemente usado de forma despectiva

No, no se podía fusilar. (Estaba de pie cuando lo dijo, llevó los brazos hacia la espalda y caminó alrededor de la mesa, satélite bastardo) Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina no se hubiera bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil. No había otra manera. (La boca apenas abierta, detrás del dique de los dientes) Todos estuvimos de acuerdo en esto. (Se mordió el labio y se le escapó una sonrisa, como una culebra se escabulló rápido detrás de las sillas) Y el que no estuvo de acuerdo se fue. ¿Dar a conocer dónde están los restos? (se acercó a la periodista. Olió el perfume, se compuso y miró hacia la puerta un par de veces) ¿Pero, qué es lo que podemos señalar? ¿En el mar, el Río de la Plata, el riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo. (Prepoteó una sonrisa que ahora le alborotó la cara, le encendió la vista, dios y la patria… dijo en voz alta y se sentó otra vez) (Declaración de Videla del libro “El dictador”, de María Seoane y Vicente Muleiro)


Me vuelvo a atragantar con la frase revisionismo histórico. Trato de amasarla, de romperla para ver lo que tiene adentro. Digo, rever la historia con otros ojos. Me pregunto, ¿abiertos o cerrados? Los aprieto, los desnudo, se resecan, se fragmentan de lágrimas, pero nada cambia. Nada.
Primero mataremos a todos los subversivos, (se le antojó “Brecht” y empezó a sonreír, la boca astuta le agrandaba la cara) luego mataremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos. (El estomago le vibró y la risa se le engordó de frase, de asombro, de cadáveres)
(General Ibérico Saint Jean. Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Mayo de 1977)

Una punta de la historia habla de cifras, de miles, de cientos. Todos en nombre del progreso. De la estúpida idea del progreso por sobre los hombres. Me revuelve el estómago. Y siempre sobre la bilis dando vuelta la misma frase. (Revisionismo Histórico). Calles. Ciudades. La espalda del mapuche todavía carga sola la historia. Miremos para otro lado, pero de ninguna manera somos inocentes, nosotros tampoco. Ahora la frase gastada que se cuelga sobre mi pensamiento es (algo habrán hecho). Los bigotes recortados, los ojos oscuros mirando las cabezas partidas. Una pequeña sonrisa plana, como forzada desde la encía (¿de zorro?). Jorgeargentinojuliorafael. Acabo de inventar una palabra. Sin embargo la niego. Me sigue costando, como al principio, encontrarle la vuelta por donde agarrarlo. Quiero equivocarme y refregarme otra realidad, pero ya no puedo, no debo repetir la frase.
Imagino a Cortázar o Walsh escribiendo a máquina. Tal vez la misma marca que los fusiles de Roca. Me pregunto por qué carajo tuvo que coincidir.

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