lunes, agosto 03, 2009

Reloj en la acera, Integrante: Juan Francisco Martínez, Curso: Martes 14.30 a 16.30 hs.


Con pasos lentos avanzábamos, descalzos, en la arena tibia, cargando los pocos y livianos bártulos que utilizábamos, disfrutando del día y el sol, en la costa de un mar verdeazulado.
Luego de la refrescante ducha, que nos libera de arena, hidrata y estira la piel borrando incipientes arrugas que nos regala Febo, salimos a caminar por la peatonal. En la acera muchos veraneantes con rostros felices, gozando del descanso espiritual y corporal.
Frente a la puerta de una heladería, mi sandalia tocó algo en el piso. Levanté un reloj de pulsera.
Parece de un chico, dijo Juanita.
O de una dama, afirmé.
¿Qué piensas hacer con él?
No contesté, miraba a los transeúntes, tratando de descubrir si alguno daba muestra de buscarlo.
Desde la puerta del negocio pregunté hacia adentro:
¿Alguien perdió un reloj?
Varios, dándose vuelta se encongieron de hombros en señal negativa. Sólo un muchacho delgado, alto como un álamo, con aspecto de pillo, acercándose dijo:
¿A ver cómo es?
Presentí una adversa intención.
Al que lo describa se lo entregaré, contesté.
Nos quedamos un regular lapso observando a los caminantes, ninguno dió señal de buscarlo.
En casa revisé el reloj. Era un Citizen de esfera rectangular plateada y un discreto borde metálico dorado, con pulsera plástica imitación cuero de cocodrilo.
Me sentía un poco contrariado, hubiera querido encontrar al dueño y entregarlo, y más aún si era de una criatura.
Sin intentarlo estaba cuestionando mi proceder. ¿Por qué ese profundo deseo en devolverlo? ¿Sería preferible quedármelo?
Si este simple hallazgo, consideraba, hubiera ocurrido en la gran ciudad, lugar habitual de mis actividades.
¿Habría adoptado igual determinación? ¿O lo tomaría como mío sin importarme del posible dueño?
Vacacionando, experimentamos un relax íntimo, inundando nuestro ser de sentimiento altruista que nos libera de egoísmos, de intereses mezquinos, de no ocuparnos de las necesidades del prójimo, nos hacemos solidarios.
Me sentía animado de buenos sentimientos. Quería devolverlo.
El dueño del reloj continúa ignorado. Tenerlo es un grato recuerdo por haber sido el disparador de un sentir noble en las vacaciones de Enero.

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