lunes, octubre 29, 2007

Texto: Ciudad invisible, perpleja de palabras - Integrante. Alicia Zlotnick., Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs -


Esperaba desde el perfume de los nardos, sin entender.
Pequeño, esbelto, antiguo. Jardín.
Insectos que despiden olores húmedos y cerosos. Tronco unido a la
columna gris serpentea, vomitando su savia en las noches, y cuando
diciembre comienza, saltan de la pérgola racimos violáceos de una glicina gigante. Jardín.
La fuente: una copa de mármol escondida en el centro, quebrada en un hexágono perfecto. El agua de lluvia vieja, muy turbia, la desbordaba.
Caminaste hacia ella, sin respirar. Ningún ruido interrumpió
el sendero; sólo murmullos y secretos vibraban entre las hojas inquietas.
Apoyaste tu mano en el borde frío del estanque y allí estaba: en el fondo arenoso, evanescente, una piedra viva, de aristas redondas que soñaba tus sueños.
En la mano de un niño luce como gema; en tu mano es el circulo que se esfuma y se hace miles, concéntricos, perfectos.
Si cada circulo fuera una palabra y llegara adonde yo no viera, te expandirías piedra para construir tu refugio; cubrirías la mitad del mundo y yo como él estaría de pie junto a la fuente, para convertirme en tu aliada
Te anhelo desde mis entrañas, estanque de pura inspiración, revestido de musgos amarillos y hojas bordadas por un hilo de plata. Porque él entró a tu vida como yo; volando entre los troncos y las copas. Cuando pisó ese suelo las huellas descalzas crujieron bajo la hojarasca.
La piedra viva en la fuente.
La fuente en el jardín.
A la altura de la fuente el espíritu de cada pensamiento enrarecido por secretear con los demás, humedece el aire. Ya es irrespirable tanta asociación, vivencias entrañables, casi físicas.
De cada hoja un “yo”, un “mi”, un vacío, un clamor, quedan esparcidos sobre tus laberintos, que también son míos.
El vapor que sale de cada poro de la tierra sube, golpea la nariz, irrita.
Y se vuelve a sentir la inquieta esperanza de escribir otro poema. Ocupa tu cuerpo, lo reduce a una mezcla difusa que desprende silencios por el aire. Y las palabras se pegan a tu frente, intiman, se atrapan, se excluyen, aman, rezan.
Cuando piso el jardín era sólo un hombre. Nunca más saldrá de él, porque ya es un poeta.

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