lunes, octubre 29, 2007

Oda a tu fantasma - Integrante: Alejandro Crimi . Miércoles 17.30 a 19.30 hs.



Se ha ido la vieja alondra de mi sueño

imagino que se ha extinguido sin violencia

en el verano de tu cuerpo.

He soñado contigo

Hoy es dia para extrañarte

Un leve murmullo se hace grito

revienta tu boca de arcilla

en el barro de mi nombre

Una luz sin sombra quiebra

en lágrima seca

sin llanto

Tu débil recuerdo ya se consume

es ceniza de nostalgia

Bruma - Integrante: Flora Levi - Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs.


El sol me sorprende, aún
de tanto en tanto
siento el dolor, la púa
hincando un grito
alambrando la garganta
y ese humo
que inunda el aire
y la ceniza
instante tras instante

Luz sensible - Integrante. Maria del Carmen Cerezal - Curso, Miércoles de 17.30 a 19.30 hs.


Buenas tardes, Ud. es el farolero?
A los pies de Ud..
Y trompezò alguna vez?
No, esa fue mi señora. Trompezò conmigo. La puedo ayudar en algo?
Siempre me dijeron que tengo los ojos como faroles, pero no he visto ninguno especial. Y ya que Ud. fabrica faroles sensibles ¿Còmo son?
¿Sus ojos, o los faroles?
Los faroles. Mis ojos son dos y los tengo vistos.
Bueno, los hay a gusto del cliente. Por ej. Est que ve allì, el plateado, es para mpedir que las noches de los poetas sean monòtonas, sin inspiraciòn
¿Còmo asì?
Cuando se adormecen sobre sus cuartillas, hartos de escribir banalidades, suena la canciòn de una sirena de mar lejano, los vuelve ala vida y recomienzan su bùsqueda.
Ah, y esos otros verdosos?
Dan luz de ese color para que las ranas puedan esconderse y croar en la total impunidad, sin riesgo de una pedrada y de que las pisen. No debe de existir canto màs bello en la naturaleza ni criatura màs necesitada de mùsica que la luna.
¿Y ese que parece una jaulita?
Es una jaulita. Allì se refugia noche a noche el amor doliente.
¿Porquè doliente? ¿Y porquè se refugia?
Doliente porque sòlo los corazones que sufren salen a pasear su pena buscando luz las noches cerradas. Y se refugia porque todo amor necesita de un reparo para evitar que lo hieran. Sepa que en su desnudez està su indefenciòn. Y que, señorita, el amor es la criatura màs fràgil y ùnica de la creaciòn. Rara avis,. ciertamente.
¿Y esos pequeñitos?
Esos alumbran solamente esperanzas perdidas
¿Por eso son pequeñitos?
Claron, si tuvieran una luz fuerte, la esperanza, que es siempre tìmida, que tratara de encontrar el camino de vuelta podrìa cegarse y perderse del todo.
¿Y esos con crespones? De algùn entierro quizàs?
Casi, esos alumbran los dìas en que nadie rìe : la luz es tristìsima.
¿Y para alumbrar alegrìas, que tiene?
Nada, la alegrìa tiene luz propia.
¿Y esos bajitos, nacarados?
Para cobiljar almas tìmidas. Es una luz muy tenue para que puedan deslizarse sin estridencias, hasta encontrar su camino.
¿Y esos minùsculos?
Allì cargan sus pilas las lucièrnagas agotadas.
Dìgame, estos no se parecen a los falores de las calles o de las plazas, porquè?
Porque los de la vìa publica son despersonalizados, pertenecen a la masa. ¿Quién yendo a tomar el subte, se detiene a ver los faroles de la entrada? Nadie.
Es verdad.
Cada farol tiene y debe de tener un propòsito alumbratorio. No es igual el que sirve para que un ave se pose a cantar que aquel que debe de alumbrar los ùltimos dìas de un viejito.
Los viejitos necesitan faroles especiales?
¡Por supuesto!¿o no cree que deben de querer tener la màs bella de las imàgenes, plena de mil y un detalles y colores en su retina, antes de partir?
Las ùltimas deben de ser las màs perfectas. Para ello es indispensable luz dulce y nostàlgica, acaso no añorn siempre un recuerdo, un instante màgico?
Veo que su oficio es mucho màs importante de lo que suponìa....
Me ha sido dado el don de acercar la luz a quien la necesite. Soy un especie de luciernaga...
Poeta.
Si, buenos, luciernaga poeta, si gusta. ¿O no cree que es indispensable tratar de iluminarlo todo y a todos?
Lo que pasa es que lo encuentro harto difìcil.
Sin embargo, para cada mirada hay un farol. Allì donde dirigimos nuestra vista hay necesidad de luz, no le parece? Sea un alma tìmida, un dìa triste o un viejito. Sòlo hay que descubrirla.
Y que farol me aconseja para mi?
Yo no, es ud. quien debe elgirlo.
¿Cómo?
Cierre sus ojos, en una noche sin luna, al amparo de un àrbol añoso, y si hay un lago, mejor, y un olor a hierba fresca o a madreselvas, si, mejor a madreselvas, entonces, respire profundo y luego de unos instantes, lo va a ver encenderse dentro de Ud.
¿Lo cree realmente?
Sòlo debe de ser sincera consigo.
Le prometo hacerlo.
Que se le haga la luz.
Adiòs señor farolero de faroles sensibles
Adiòs señorita de los faroles.

Vox Populi, Integrante: Magdalena Bosch, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs


Se llamaba Jejo. Le decían Jejo. Le gritábamos Jeeejooo y nos escondíamos cuando como respuesta un cascotazo amenazaba con partirnos la cabeza. En cuclillas espiábamos tras los cercos. Cuando el hombre pasaba bamboleante comenzábamos un Jeejoo escalonado. Entonces de a uno huíamos del palo que hurgaba certero entre las matas o cruzaba el aire de la tarde.
Jejo era el loco del pueblo. Había nacido no sabíamos dónde. Estaba ahí. Desde siempre. Tenía un rancho en la loma, cerca de la laguna. Era terreno prohibido. Ninguno de nosotros se había podido acercar al lugar, sólo lo mirábamos de lejos, con curiosidad y miedo.
Dicen que cría ranas con vino.
No. Son anguilas.
Mi abuela dice que lleva las ranas en la gorra para que le enfríen los sesos.
¡Qué asqueroso!
Competíamos en gestos de vómitos, de estómago revuelto, de arcadas interminables. Todo esto lo comentábamos, como intentando despertar la curiosidad de los más chicos , pero ni un paso más para acercarnos al rancho.
Algunas madres nos repetían una y otra vez
Si Jejo les pega, ustedes tendrán la culpa.
Si lo buscan, lo van a encontrar, después no vengan llorando.
Me he burlado de mi prójimo - era uno de los pecados que semanalmente confesábamos - el cura no necesitaba más explicación. Seguramente sonreía tras la rejilla del confesonario.
Rezá dos padrenuestros y no lo hagás más – repetía - trazando una desganada cruz sobre nuestras cabezas.
El y nosotros sabíamos que el juego era atractivo por el escalofrío que nos producía.
Jejo recorría el pueblo. Todas las mañanas . Todas las calles. En algunas casas le daban comida o jabón.
A ver Jejo si algún día te lavás un poco. Él sonreía apenas y daba tímidamente las gracias.
A veces lo invitaban a entrar y le ofrecían un poco de agua y empezaban los pedidos más insólitos.
Jejo, ¿me podría amontonar estos ladrillos?
Jejo, ¿podría arreglarme los palos del gallinero? ¡mi marido está tan ocupado!...
Jejo ¿sabe si lloverá? – él miraba a lo lejos y respondía
Y sí, un día de éstos. La laguna está casi seca.
Jejo aceptaba lo que le daban. A veces, muy pocas, algo de plata.
Tome, Jejo, cómprese yerba. Ni se le ocurra comprarse vino.¿entendió?
Jejo iba y volvía. Conocía a todos en el pueblo. Hasta era educado.
Deja a las mujeres el lado de la pared - recalcaba mi abuela cuando nos oía gritarle.- pero ustedes son cada vez más maleducados y eso que uno les enseña.
Seguía haciendo calor. La sequía se devoraba el verde. Los grandes discutían cada vez más. Los chicos mirábamos. Mirábamos y escuchábamos. Mirábamos y aprendíamos. Las discusiones eran todas por política, comentábamos entre nosotros.
Fijáte vos, estos liguistas quieren seguir otros seis años, decía alguno de los enconados vecinos.
¡Ah, no! Acá en este pueblo, no.- le respondía otro indignado.
Se acabó, ya robaron bastante. Encima, con esta sequía, ¿otro impuesto? No, ni pienso pagar, le replicaba con aire de ofendido
Te parece que los unionistas son mejores? ¡Por favor! Acordáte la que nos hizo pasar el Turco. Sí, haré asfalta. ¿Vieron alguna vez el asfalta? –
Todos reían juntos, acordándose de las promesas desopilantes del Turco. Cada uno trataba de gritar más que el otro.
Y vos que defendés al Gallego, decime ¿dónde quedaba Jobson cuando él era intendente? Detrás de la casa del Gallego. Risa general. Risa repetida.
Sí , pero si venías desde el norte, detrás de la casa del Turco. Era la réplica conocida y esperada. Así en cada reunión, en cada esquina.
Ya estoy harto. En cada elección lo mismo. Escuchas todo el día: asfalto, agua, perforaciones, caminos, luz más barata. Y hasta aire puro, comentaba mi padre.
Los amigos se alejaban cada vez más enojados. Entre nosotros empezaban a deteriorarse las relaciones por las discusiones de los grandes. Un día el Tano se rió. Su gran panza se sacudía al compás de las carcajadas. En los ojos azules danzaba una pizca de picardía y maldad.
Miren yo voy a votarlo a Jejo. Por lo menos no va a robar y como no habla no prometerá nada.
Pocos días después, en una esquina apareció tímido un cartel:
JEJO NO ROBA. JEJO NO HABLA. JEJO NO PROMETE. JEJO, INTENDENTE.
Nos reímos mucho. Nos pareció una nueva forma de diversión.
Jejo ¿cuándo te bañás? Y el cascotazo zumbaba muy cerca.
Jejo, si sos intendente, no podrás tapar ranas con la gorra. Entonces ¿Cómo
te enfriarás los sesos?
Ese domingo, Jejo hizo, como siempre, su recorrido por el pueblo. No le gritamos. Sólo lo miramos boquiabiertos. Alguien le había cortado el pelo. Tenía un pantalón nuevo y una camisa extrañamente blanca.
La gente iba y venía en silencio. Algunos pudimos acompañar a nuestros padres a votar. La escuela parecía distinta. Había allí algo solemne y misterioso.
Todos se saludaban con cordialidad. Cuando apareció el Turco con su gran panza cruzada por una cadena, pude ver un codazo entre algunos que esperaban su turno.
Hasta luego. No se olvide Nos encontramos acá todos a las seis.
Era apenas un susurro repetido una y otra vez entre los votantes
Fuimos por encargo de nuestros padres de una casa otra.
Dice papá que a las seis en la plaza. del lado de la escuela.
La respuesta era la misma : Sí, por supuesto, gracias.
Y ahí estábamos todos.
Menos mal que está nublado, parece que por fin va a llover.
¡Cuánto tarda el escrutinio! Suspiraba una vieja medio aburrida
¿Qué es el escrutinio? Como respuesta recibíamos clases prácticas de civismo.
No pueden sumar mal, razonaba alguno con impaciencia .
No creo. Risitas. Codazos. Gestos con la cabeza. Miradas furtivas al reloj.
Hay poco que sumar.
Alguien se asomó a una ventana. Miró la plaza e hizo una seña. Todos miraron para atrás como buscando a alguien. Pero estábamos los mismos, sin embargo tuvimos la sensación de que algo distinto rompía el ritmo de lo previsible.
Negro, ¿quién ganó?, gritó alguien desde un costado.
Y, no sé. No puedo dar información, contestó el soldado que hacía guardia en la puerta.
Parece que pasa algo raro, dijo el gallego sofocado.
Una carcajada recorrió las hileras. La risa se encendía en cada mirada. Nosotros preguntábamos una y otra vez.
Calláte y esperá. Si estás aburrido volvéte a casa.
De pronto el silencio se apoderó de la plaza.
Fernández era el juez de Paz. Todos lo respetábamos. Con voz fuerte e irreconocible anunció:
Votación por unanimidad. O casi, respiró hondo, un voto para los unionistas. Otra respiración profunda. Un voto para los liguistas y todos los demás... el silencio se convirtió en interminable, …todos los demás dicen , dicen, ejemm: Jejo Intendente.
El cura levantó el brazo. Comenzaron a tocar las campanas como si fuera Pascua.

Magdalena Bosch
Junio de 2007

Pinceladas, Integrante: Flora Levi, Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs



Las blancas paredes
quedaron blancas
blancas de luto blanco
sin sueños de colores
sin aroma a vida
sólo la imagen rota
y la cuna vacía.

Texto: Ciudad invisible, perpleja de palabras - Integrante. Alicia Zlotnick., Curso: Martes de 14.30 a 16.30 hs -


Esperaba desde el perfume de los nardos, sin entender.
Pequeño, esbelto, antiguo. Jardín.
Insectos que despiden olores húmedos y cerosos. Tronco unido a la
columna gris serpentea, vomitando su savia en las noches, y cuando
diciembre comienza, saltan de la pérgola racimos violáceos de una glicina gigante. Jardín.
La fuente: una copa de mármol escondida en el centro, quebrada en un hexágono perfecto. El agua de lluvia vieja, muy turbia, la desbordaba.
Caminaste hacia ella, sin respirar. Ningún ruido interrumpió
el sendero; sólo murmullos y secretos vibraban entre las hojas inquietas.
Apoyaste tu mano en el borde frío del estanque y allí estaba: en el fondo arenoso, evanescente, una piedra viva, de aristas redondas que soñaba tus sueños.
En la mano de un niño luce como gema; en tu mano es el circulo que se esfuma y se hace miles, concéntricos, perfectos.
Si cada circulo fuera una palabra y llegara adonde yo no viera, te expandirías piedra para construir tu refugio; cubrirías la mitad del mundo y yo como él estaría de pie junto a la fuente, para convertirme en tu aliada
Te anhelo desde mis entrañas, estanque de pura inspiración, revestido de musgos amarillos y hojas bordadas por un hilo de plata. Porque él entró a tu vida como yo; volando entre los troncos y las copas. Cuando pisó ese suelo las huellas descalzas crujieron bajo la hojarasca.
La piedra viva en la fuente.
La fuente en el jardín.
A la altura de la fuente el espíritu de cada pensamiento enrarecido por secretear con los demás, humedece el aire. Ya es irrespirable tanta asociación, vivencias entrañables, casi físicas.
De cada hoja un “yo”, un “mi”, un vacío, un clamor, quedan esparcidos sobre tus laberintos, que también son míos.
El vapor que sale de cada poro de la tierra sube, golpea la nariz, irrita.
Y se vuelve a sentir la inquieta esperanza de escribir otro poema. Ocupa tu cuerpo, lo reduce a una mezcla difusa que desprende silencios por el aire. Y las palabras se pegan a tu frente, intiman, se atrapan, se excluyen, aman, rezan.
Cuando piso el jardín era sólo un hombre. Nunca más saldrá de él, porque ya es un poeta.

miércoles, octubre 17, 2007

Cuando un amigo se va


A nuestro querido Rodolfo Sangiovanni, que partiò la semana pasada y nos dejó sus cuentos, sus poemas, su amor por la vida y sobretodo su imborrable recuerdo. Va esta canción para él.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
se empieza a revelar
el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va
galopando su destino
empieza el alma a vibrar,
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va
queda un espcaio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.